Opinión
Capitulación en Waterloo
Desde el disparate sabatino sobre la culpabilidad del Estado en los atentados yihadistas de Barcelona su suerte estaba echada. Pero tenía que morir matando, porque lo próximo que anunciará será su renuncia a ser candidato a la presidencia de la Generalitat. Como en todas las cosas que hace o dice Puigdemont, su interpretación responde a su particular visión de la realidad. Pero en esta ocasión hay una novedad: quiere imponer sus condiciones. No se da cuenta de que, desde que huyó, no es posible ponerlas, pues hasta sus votantes le están volviendo la espalda.
La gota que colmó el vaso fue la idea del Gobierno de recuperar el derecho de los padres a elegir la enseñanza en castellano de sus hijos en Cataluña. No vio al declarar la independencia que despertaba al gigante dormido. Lo que algunos llaman nacionalismo español y que es más bien el hartazgo de tantos catalanes durante tanto tiempo.
Pues bien, la ausencia de un Govern que pueda hacer frente a este plan de Rajoy demuestra hasta qué punto el independentismo está bloqueado. Por eso Puigdemont se va a hacer a un lado. Pero ¡cuidado! Que, como decía, quiere poner sus condiciones, como si pudiera imponer alguna. La primera es imponer su agenda política independentista. Es decir, quiere marcar desde Bruselas la agenda del nuevo Govern. Para ello pretende reclamar para su partido las consejerías más políticas del gabinete. Si yo fuera de ERC se las daba todas. Con no hacerles luego caso por motivos legales, todo valdría. Pero aún pide más. Un carguete: quiere ser nombrado por el nuevo Govern embajador de Cataluña en la UE. Su condición es un dislate. Si tuviera entidad para ser embajador o dirigir los destinos de Cataluña aún podría ser algo; pero la realidad le sitúa mucho más cercano a la cárcel. De ahí su patetismo.
Las condiciones de una rendición las pone el ganador. Y él no ha ganado nada. Alguien pedirá ahora la generosidad del que triunfa, pero esperemos que incluya resolver los destrozos que este hombre, ya casi sin ejército, ha cometido. Rendirse en Waterloo puede incluir tintes históricos, pero parecen más histéricos según sus condiciones para la paz. Que descanse de sus planteamientos y que los independentistas que aún tienen sentido común le hagan ver la realidad. La que él es incapaz de ver.