Opinión

La gloria y la guerra

Caen las bombas sobre Ucrania mientras Europa entera encoge el aliento sin saber muy bien cómo nos despertaremos mañana. Putin ha puesto en marcha su macabra maquinaria de guerra y nadie le frenará hasta que consiga otra vez la gloria efímera del Rus de Kiev. La vuelta a la Edad Media pero con tecnología del siglo XXI. No han cambiado las tripas del ser humano, que cae en la misma charca, lleve sandalias o botas militares. Me cuentan que en Praga, a mil kilómetros sólo del campo de batalla, se huele ya el miedo a los tanques, porque saben lo que ocurre cuando aparecen en el horizonte. No conocemos qué hora marcaría hoy el reloj de Koudelka, pero ya vemos las calles vacías mientras llega la primavera. La estación más bella, la más propicia para matarse en el Este para los eslavos. Esta tormenta en las tripas del continente revuelve a la vieja política europea, que ve, ridícula, cómo sus amenazas son verdaderas moscas contra cañonazos en plena semana de carnaval. Se le heló la sonrisa a la careta, no dimos para más, aunque nos quitaron de encima las pequeñas puñaladas que tanto nos hicieron trasnochar de un único plumazo. ¡Qué ridículo! Éramos tan importantes, que pensábamos que seguiríamos protagonizando las primeras planas de los diarios y las aperturas de los informativos, pero ya no hay ni rastro. Somos tan pequeñitos en realidad. Bendita ingenuidad ante las bombas, el barro y la sangre. Nada de eso llegó, de golpe y porrazo se desinfló todo y el humo se esfumó al aparecer los ojos de acero que gasta el nuevo Zar en la pantalla. Necesita un imperio, como todo césar, y bien que lo conseguirá, pues ya se ha metido en las afueras de Berlín, Viena y Bruselas, que es donde se corta el bacalao. Esta semana tenía nombre y apellidos, para aclamación de los fieles teófagos, en nombre de la libertad, y esa diosa tan manoseada nos mira desde lejos amordazada por el sentido común y la vergüenza. No sabemos ya para qué sirven los periódicos, a lo mejor ya sólo para medir la altura de los hombres.