A pesar del Gobierno

El ajuste en casa

La Razón
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Desde el punto de vista del gasto, el anteproyecto de presupuestos generales del Estado ha sido unánimemente considerado muy duro: tijeretazo, los más austeros de la democracia, fuertemente austeros, el mayor recorte de la democracia, sin precedentes. Un ajuste "drástico", afirmó Sáenz de Santamaría, que añadió: "hemos empezado por ajustar la cuentas en casa". En cierto sentido, esto es verdad: se trata de un ajuste brutal en casa, en las casas de los ciudadanos, severamente castigados por este Gobierno y por el anterior y por los anteriores.

Pero si entendemos "casa"por el propio Gobierno, la cosa es algo diferente, y sigue valiendo mi ley del ajuste, a saber: el sector privado habla poco y se ajusta mucho, y el sector público habla mucho y se ajusta poco. Incluso este Gobierno, incluso estos Presupuestos, calificados como paradigma del ascetismo. Dejemos de lado la subida de impuestos, pésima idea de este Ejecutivo y de todos, y que todos, este Gobierno también, procuran hacer pretendiendo cuidar de los ciudadanos, lo que nunca hacen (ahora el truco es progresista, con el prurito característico del PP: que paguen las empresas, como si las empresas no fueran propiedad de personas y en ellas no trabajaran personas). Limitémonos sólo al gasto. El ajuste en la casa de los políticos siempre es menos de lo que dicen y siempre es por su propio interés. Veamos cómo se han esmerado en aclarar que no bajarán el suelo de los funcionarios, ni las prestaciones por desempleo, ni las becas (¡igual que Smiley, que todo el rato estaba hablando de las becas!), y se mantendrá la actualización de las pensiones (precisamente, para diferenciarse de Smiley). El ajuste se descargará en lo más sencillo y lo menos costoso para el Gobierno a corto plazo, pero no necesariamente lo más prescindible, por ejemplo en la inversión, que siempre se puede hacer el año próximo.