Carlos Rodríguez Braun
Al socialismo en bicicleta
Concluyo con este tercer artículo una breve serie que he dedicado al aparente ridículo que hizo Juan José Echevarría, concejal de UPN en el ayuntamiento de Pamplona, al referirse a la represión del comunismo cuando se discutía un plan para ampliar el carril bici. Vimos que sus críticas se dirigían contra Armando Cuenca, concejal de Ecología Urbana y Movilidad Sostenible, dispuesto no solo a promover onerosamente las bicicletas en Pamplona, sino también a prohibir que los coches circulen a más de 30 km/h en toda la ciudad. También vimos que los vastos planes de ingeniería social urbana son característicos de las tiranías socialistas, comunistas y nazis.
Como alguno me acusará de exagerado, igual que hicieron con el señor Echevarría, voy a citar a una fuente nada liberal, la página web «Pamplonauta». Allí escribió Ignazio Aiestaran un artículo titulado «La bici comunista». Así criticó a Echevarría: «Dos cosas sobre este disparate. Una: esta derecha sufre de una incultura política y de una falta de coordinación y argumentación notables. Dos: es un caso típico de fobia vesánica y clasista ante cualquier cambio, por pequeño que sea. No obstante, puede que tanto despropósito escondiera una verdad. Quizá al introducir más bicicletas en nuestras ciudades un día empezaremos a cuestionarnos la dictadura del automóvil, su invasión acelerada, su lobby industrial, su publicidad veloz, su contaminación global, el espacio público usurpado, el tipo de urbanismo impuesto, la ausencia de un transporte colectivo eficaz y barato para quienes no pueden endeudarse con un coche y pierden millones de horas a diario porque sus vidas no importan mientras van a estudiar, a trabajar o a la consulta médica. Quizá por una bicicleta alguien empezará a pensar en utopías, en algo en común, en algo que nos han hurtado durante décadas. Y entonces quizá alguien se acordará de aquella frase de Iván Illich que decía que el socialismo no puede venir en coche, sino con la velocidad de una bicicleta».
Lo primero es un clásico: la derecha padece debilidades intelectuales. Lo segundo es lo importante. Se burla de que los inmovilistas no quieren ningún cambio «por pequeño que sea», pero a continuación no habla de un cambio pequeño, sino de un cambio enorme que comienza con cambios pequeños.
Queda claro el espíritu antiliberal que cuestiona la convivencia pacífica en libertad, porque padecemos «la dictadura del automóvil», dictadura, nada menos. E invita a luchar contra ella mediante la bicicleta, es la bicicleta la que llevará a «utopías...que nos han hurtado», refiriéndose al infierno que había detrás del Muro de Berlín, precisamente lo que denunció Echevarría. Y lo dice claramente, citando a Iván Illich, nada menos, y diciendo que sí, que la bicicleta marca la velocidad a la que vendrá, volverá, el socialismo.
En un bonito acto fallido, ilustraron el artículo con una imagen de una siniestra tiranía comunista que mató al pueblo de hambre por sus políticas anticapitalistas, y al mismo tiempo lo obligó a ir en bicicleta: China.
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