Julián Redondo

Ambiciones que matan

Ambiciones que matan
Ambiciones que matanlarazon

Saltan las alarmas cuando Cristiano, físico portentoso y sin embargo mortal, pide el cambio después de haber sufri- do sendas lesiones en el bíceps femoral y en el tendón rotuliano. Molestias que no han dejado de importunarle; incordios que los médicos hubiesen eliminado de

no ser tan testarudo el paciente. Pero este paciente es muy ambicioso, le honra su profesionalidad y le distingue su persecución constante de la perfeccióny de los récords; pero juega con fuego y, después del batacazo en Valladolid, debería limitarse a jugar sólo cuando esté bien para no arriesgar la final del 24 y el Mundial. Pero a ver quién le pone el cas- cabel al gato. Los médicos del Madrid, no, y Ancelotti parece que tampoco.

El técnico, a quien el miércoles le salió el italiano que lleva dentro, tiene que reservarle si no está al ciento por ciento, se ponga como se ponga.Hay ambiciones que matan y es labor del entrenador «educar» al futbolista, aunque le doble el salario. «Un hombre no es desdichado a causa de la ambición sino porque ésta lo devora» (Montesquieu). La de Ronaldo es apetito insaciable. No conoce la historia de Jesulín ni el culebrón de «Ambiciones».