Alfonso Ussía
Argumento de basura
El argumento es el mismo que el del derecho a decidir, que ya me explicarán la profundidad de ese derecho. Cuando se escribe de la imposibilidad moral y ética de compaginar el amor a un club de fútbol con el separatismo catalán, siempre sale el idiota pontífice de la moderación. «No hay que mezclar el deporte con la política». Pues sí. Hay que mezclar el deporte con la política, el deporte con el separatismo y el deporte con la ilegalidad cuando una institución se manifiesta partidaria de la ilegalidad y del separatismo. Y hablo del Fútbol Club Barcelona.
Entiendo perfectamente a los catalanes, y más aún, a los catalanes separatistas que vibran con el buen fútbol del «Barça» y los goles de Messi. Y entendía a los que no eran catalanes y disfrutaban con lo mismo. Pero se ha alcanzado un punto de no retorno en ese aspecto. A partir de ahora, y después del último comunicado del Fútbol Club Barcelona todo español que se sienta como tal y permanezca anímicamente unido al Barcelona, es un español dudoso, y como poco, un cabrón con pintas. Los hay en mi familia, y bastante cercanos, así que me considero libre para emplear estos calificativos.
El Barcelona ha condenado los actos, la acción de la Justicia y al fin, la contundencia legal, contra el derecho a decidir. No debería hacerlo, por cuanto hay más seguidores del Barcelona fuera que dentro de Cataluña. ¿Derecho a decidir? El de los árbitros de Villar y Arminio, que han gozado de su derecho a decidir en los últimos años, señalando cuarenta penaltis a favor del Barcelona y sólo uno en contra. Eso sí que es derecho a decidir. El Barcelona ha declarado institucionalmente que «apoya a la mayoría del pueblo catalán». ¿Conoce el Barcelona lo que piensa la mayoría del pueblo catalán? De los últimos presidentes del Barcelona, dos de ellos han conocido la cárcel. No por el derecho a decidir, sino por chorizos. Algún día se sabrán las artimañas de Villar, Sánchez Arminio, los presidentes del «Barça» y el derecho a decidir de los árbitros. Pero hoy no estamos discutiendo el derecho a decidir de Hernández y Hernández para señalar penaltis a favor del Barcelona. Estamos hablando de un golpe de Estado contra España, la Constitución y las leyes. Y el español que se sienta en Madrid, Andalucía, Cantabria o Castilla español, y respetuoso con las leyes, y orgulloso de su Constitución y siga manifestándose seguidor del Barcelona, es como poco, un paleto o un traidor, a elegir la valoración discrecionalmente.
El Fútbol Club Barcelona siempre ha estado inmerso en la política. Fue club regionalista desde su fundación, y posteriormente nacionalista. Durante el franquismo, el más franquista de todos, el único que concedió dos medallas de oro al General Franco. Posteriormente, tuvo directivos adversos al separatismo, que terminaron por caer presionados por su ineficacia, la Generalidad o su lejanía con el separatismo. Ahora, han decidido dejar de disimular, y se han puesto en contra de la legalidad. En tal caso, lo lógico es que se determine su inmediata expulsión de la Real Federación Española de Fútbol. Han mentido a los paletos. «Todas las Ligas del mundo están deseando acoger al Barça». No mientan más. Si Cataluña deja a España, el Barcelona tendrá que disputar la Liga de Cataluña. Se pone de ejemplo al Mónaco, que disputa la Liga francesa. Mónaco no tiene sitio para otro estadio, otro club y otro contrincante. Cuando Alberto de Mónaco se estira cada mañana y saca un brazo por la ventana de su Real dormitorio, la mano sobrevuela Francia. En Cataluña –imprescindible para tener una selección nacional–, hay muchos equipos de fútbol, que se verían obligados a jugar entre ellos en su propio campeonato. Esto no es mezclar política y deporte, sino aplicar las normas de la FIFA y de la UEFA.
Tenemos a un gran club en España que ha decidido unirse a los que desean irse de España. Que se vayan. Y los no catalanes que mantengan su forofismo culé, ya saben lo que son. Prefiero no repetirlo. Que se vayan, y cuanto antes, mejor. Y a ver cómo pagan a Messi.
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