José Luis Alvite
Atasco en Times Square
No penséis que os estoy vendiendo el cartel turístico de mi tierra si os digo que todavía hay en Galicia lugares en los que los perros ladran con la boca dentro del culo y sentimentales ancianos que tienen entre las de sus familiares la foto de un viejo roble al que cada noche le llaman hermano. A mis seguidores tuiteros les he dicho también que hay en esta tierra lugares en los que ni siquiera el humo ha visto alguna vez el fuego. No sabría como demostrarlo, pero es rigurosamente cierto. Tan cierto como que en algunas playas solitarias deja a veces la marea el correo póstumo de los náufragos. Créeme que no exagero, amigo mío, si te digo que he visto en la costa unos cuantos de esos lugares apartados en los que con el relente de la noche cruzan la carretera la maleza, el viento y una tamborrada de caballos con el aliento esmerilado en una niebla pelirroja en la que se presiente la placenta del fuego. Recuerdo que una noche me perdí circulando por carreteras secundarias y en el requesón de una bruma espesa se me cruzó un taxi amarillo de Nueva York. Lo conté al amanecer en un bar de aldea y al tipo que lo regentaba sólo le extrañó que el dichoso taxi no fuese de Chicago. Dijo que, «por lo visto, emplearon un asfalto americano al reparar la carretera y ocurren cosas así desde entonces». Parecía un tipo tranquilo. Le pedí el periódico del día y me dijo que allí el periódico del día era el de unos cuantos meses atrás, así que «estamos en diciembre, de modo que si quiere usted el diario de hoy, será mejor que me lo pida en julio». En aquella ocasión volví a casa con dos días de retraso. No hubo problemas. En Galicia todo el mundo sabe que cuando alguien llega tarde de madrugada a casa, será porque había atasco en Times Square...
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