Ely del Valle

Bienvenidos a lo de siempre

La Razón
La RazónLa Razón

A la espera de la balacera final, que tendrá lugar en el congreso convocado para dentro de un par de semanas, iglesistas y errejonistas cargan sus escopetas de pólvora dialéctica en un espectáculo muy poco edificante para una formación que nació ondeando el diálogo como una de sus banderas. Ya no pueden ocultar que lo que se esconde tras esta greña disfrazada de choque entre diferentes maneras de abordar la estrategia de partido es una lucha a calzón quitado por hacerse con el poder interno y por conseguir doblarse la mano. Pablo se niega a que Íñigo le haga sombra desde la sombra e Íñigo no está dispuesto a seguir saltando cada vez que Pablo chasca los dedos. Pablo amenaza con cortarse la coleta de líder carismático si Errejón se sale con la suya, e Íñigo hace labor de zapa para rebajarle sustancialmente el ego a Iglesias.

Si en algún momento alguien pensó que fijar la fecha del congreso para el mismo fin de semana en que los populares van a celebrar el suyo era una genialidad, esta pelea por quitarse la merienda unos a otros le ha hecho polvo la jugada. Es verdad que todo parece indicar que los titulares se los van a llevar los morados, pero sólo porque su congreso puede acabar convertido en un OK Corral. Ante la falta de entendimiento, agravado por los calentones tuiteros de quienes han sido la imagen mediática de una formación que presumía de tener las ideas más claras que el agua clara, ahora el morbo ciudadano se centra en saber si Sancho conseguirá apear del caballo a Quijote, si será el escudero el que logrará hacerse con la ínsula Barataria de los círculos o si después de la contienda Bescansa tendrá que salir de Vistalegre dentro del maletero como Fernández Vara. Todo muy nuevo, vaya.