Restringido
Burbuja china
El Ayuntamiento de Valladolid apuesta por captar al turista chino. Lejos de servir rollitos de primavera en esos monumentos al sincretismo gastronómico que son sus restaurantes, los turistas orientales son clase media aupada por dos décadas de una particular burbuja del ladrillo. Lo cual que la vida consiste en un eterno vagabundeo en pos de burbujas.
No bien sales de una, descuajaringado a zarpazos, con el paro por las nubes y el triglicérido de la primera de riesgo a punto de enterrarte, amenazado con salir del euro y otras doce plagas bíblicas, y ya contemplas con gula a quienes todavía la disfrutan.
Aquellas palabras alegres y duras contra la especulación inmobiliaria, aquellos juicios coléricos, aquella nostalgia por los emprendedores y la energía solar y eólica, callaban que en este perro mundo no hay alternativa.
Vives dentro o fuera de la burbuja. En su interior, a todo trapo y con locas hipotecas para comprar más casas. O fuera, babeando por el dinero que agracia a los afortunados poseedores de una estupenda pompa.
Valladolid, comentó el alcalde, ofrecerá todo lo que pueda interesar a los chinos: comida, arte, cultura, tapeo, vino. A cambio, aunque preferimos callarlo por modestia o pudor, traerán en los bolsillos las felices consecuencias de una monumental ampolla en la albañilería.
A falta de la nuestra, monísima y portátil, y que tan felices nos hizo cuando al decir del presidente Zapatero jugábamos la Champions económica, demos la bienvenida a la fastuosa vesícula del urbanismo chino. Tan alucinante y caótica que cuentan y no callan de ciudades de medio millón de habitantes... sin habitantes. Ciudades fantasma desde su nacimiento. Concebidas por y para el jugar al Monopoly.
También dicen que estás seis meses fuera de Beijing y al regresar han derribado todo lo que viste. Incluido al guía aquel, tan simpático, y al que hubo que encarcelar por no sé qué pamplinas en favor de la democracia.
El caso es que enladrillen hasta el último metro cuadrado, del Tíbet a Manchuria, y así captar sus yuanes. Tan escandalizados con el abuso del ladrillo, no digamos ya con las modales de las satrapías, y mire usted. Haciendo carantoñas en pos de una burbuja y una dictadura.
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