Julián Redondo
Chocolate espeso
Los jeques de la Liga, con permiso del Barcelona, frente a los califas cordobeses. A priori no hay color, ni esplendor sobre la hierba. El visitante incomoda al Madrid, le molesta y no le permite jugar entre líneas; trata de sorprenderle al contraataque y a los 7 minutos Havenaar, japonés de origen holandés –por eso no tiene los ojos rasgados–, roza el palo por fuera. Disparo histórico, el primero del Córdoba en Primera, tras 42 años de travesía en el desierto. Ah, el portero es Casillas, el titular. Fin del debate. Keylor Navas calentará en la Copa. No creo que Ancelotti cambie de cancerbero en la «Champions»; sería resucitar a los demonios. También juega Kroos, la elegancia, el tiralíneas; Alonso, banquillo, a sufrir tocan. James y Modric escoltan al alemán; delante, la BBC. Gol de Benzema después de tres meses «in albis» y de que su equipo embotellara al novato. Otra novedad, las barbas de Arbeloa durante 73 minutos por las de Carvajal. Lo es menos que Casillas y Ramos se trabuquen en un córner y el japonés se los ponga de corbata.
Cuesta arrancar, media hora le ha llevado al Madrid hacerle un gol al Córdoba, que trata de cerrar líneas como el Atlético, pero no es el Atlético, ni el Madrid ese Madrid que las luces de neón anuncian. Mientras se ajusta, echa de menos el desborde de Di María, que el año pasado por estas fechas era señalado por la afición, que no entendió la venta de Özil en lugar de la suya.
El gol en fuera de juego de Xisco encendió las alarmas de Ancelotti, que optó por amarrar con Khedira y sentó a Benzema. Cuesta ajustar las piezas por muchos millones que valgan. Ferrer, con retales, sale del Bernabéu sin que el 2-0 equivalga a un baño. Ideas claras frente a chocolate espeso.
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