Martín Prieto

Decadencia andaluza

Decadencia andaluza
Decadencia andaluzalarazon

Si resucitara Blas Infante, imploraría un segundo fusilamiento ante la podrida nata política que sobrenada el régimen socialista andaluz convertido desde hace 30 años en un silo de votos agradecidos por peonadas, fondos públicos para desempleados desviados a los obsecuentes, un clientelismo estropajoso y hasta eso tan de señorito andaluz de mandar al chófer por la cocaína de la jornada. Antes que los esfuerzos de Javier Arenas hacen falta antropólogos que expliquen por qué esta sociedad de María Santísima tomó como fiesta autonómica el día de su Estatuto, reclinándose ante el «Boletín Oficial del Estado», como tótem, teniendo tantos iconos y la misma infame muerte del notario malagueño que escribió ilegiblemente «El ideal andaluz», celebrando el fasto burocrático con manifestaciones contra el Gobierno de la nación y proyecciones de una película hagiográfica sobre el asaltante de supermercados, el comunista Sánchez Gordillo, alcalde milagroso de una Marinaleda donde los impuestos y las gabelas las sufraga el erario de todos. No pagan ni el agua. Al sur de Despeñaperros cabalgan de nuevo el Tempranillo, el Tragabuches, Pasos Largos y el Chato Pedrosa de Benamejí y sólo falta que Sixto Cámara refunde «La mano negra» para despoblar a navaja los cortijos. A la jueza Mercedes Alaya ha intentado lincharla la caverna del feminismo socialista hasta con intromisiones en su intimidad sin que se rasgaran nada las vestales de Rubalcaba, y tras una larga enfermedad y poca ayuda ha desatado una tormenta sobre la indignidad de los ERE andaluces que no es asunto de unos golfos, sino delito institucionalizado. Chaves y Griñán, expertos en sacudirse la caspa de las hombreras, dirán que ignoraban la suerte de cientos de millones de euros, una trama de sociedades instrumentales y que no se han lucrado. No aceptarán tener responsabilidades políticas porque su mentalidad es la del califa. Ya que Argentina está de moda, diríamos que en aquel país desestructurado y envilecido por mucho menos Buenos Aires interviene una provincia federal.