Política

Pilar Ferrer

Derrumbe catalán

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Era un secreto a voces en los círculos políticos y jurídicos. El informe del Fiscal Anticorrupción sobre el «caso Palau» resulta demoledor. Pero la definición de «pacto criminal» para denunciar el chorreo de dinero, comisiones y tráfico de influencias entre Convergencia y Ferrovial ha desbordado cualquier previsión. Es el final de una etapa convulsa, en la que el propio Mas ha llevado a Cataluña a una situación ya insostenible. Acosado por todo y por todos, asfixiado económicamente y rehén de su delirio soberanista, el president está en un callejón de muy difícil salida.

Los catalanes viven hoy en una sociedad resquebrajada. Divididos, bajo el peso de los sentimientos, por la independencia. Ahogados, por una tremenda crisis y por la pésima gestión de sus gobernantes. Atónitos ante una clase política atenazada por la corrupción, cada día más vergonzante. Desencantados por unos líderes que se enzarzan en el debate soberanista. Tan sólo Josep Antoni Durán i Lleida pone un poco de sensatez y aboga por aparcar la consulta del tal traído derecho a decidir. Es lo único posible para sacar a Cataluña de un daño enorme, en vez de acusar a España de robarles. Ya se ha visto, claramente, que los saqueadores son otros.

Imputado Oriol Pujol, y aflorado el lodazal del entramado del Palau, CDC queda en una encrucijada. Con las encuestas boca abajo, unas elecciones darían un estupendo resultado a Esquerra, que ha llevado a Artur Mas a su terreno, mientras él se precipitaba al abismo. Días atrás, en un restaurante próximo al Congreso, un grupo de diputados catalanes de diferentes partidos debatían el grave momento. Curiosamente, surgió el nombre de Durán. Algo desde luego, habrá de hacerse. Porque no es solo Convergencia y un panel de codiciosos, sino Cataluña la que atraviesa un derrumbe total.