Arte, Cultura y Espectáculos
El arte español, asunto familiar
La celebración de Art Basel constituye una magnífica oportunidad, no ya para reflexionar sobre el devenir del mercado del arte en cifras globales, sino, antes bien, para volver la mirada sobre la realidad española. Un reciente artículo de «The New York Times» afirmaba que Art Basel supone para las galerías casi un 40 % del volumen de negocio anual. Claro está, cuando añadimos el dato de que la feria suiza constituye la mayor reunión de multinacionales del arte anual, la pregunta que de inmediato sigue es: ¿pueden las galerías españolas resultar competitivas frente a otros modelos de marchantes que han desbordado el modelo de negocio tradicional para convertirse en franquicias internacionales? La respuesta es no. Existen tres tipos de galerías diferenciados: las denominadas «top end» –Gagosian, Pace, Haus & Wirth, etc.–, con un staff de decenas de personas repartidas en sus diferentes sedes mundiales; el grupo mayoritario de las «middle tier» (escalón medio), que suelen tener contratados a una decena de trabajadores; y, finalmente las conocidas como «mom and pop», de carácter familiar y gestionadas por dos o tres personas. Lo interesante de esta clasificación es que, en España, las principales y más punteras galerías raramente superan los cinco trabajadores contratados. Es decir, en nuestro país, el colmo de profesionalización no supera la esfera «familiar» en el resto del planeta. ¿Qué capacidad de competir, pues, tiene un marchante español en una feria como Art Basel cuando su estructura es mínima comparada con la del resto de marcas presentes? ¿Se puede optar a algo más que a la marginalidad en un evento que decide el «quién es quién» del panorama artístico mundial cada año? El tamaño a veces importa.
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