Pedro Narváez
El buey
Reconforta saber en estos tiempos en los que la ilusión es no morirse que los Reyes Magos no son los padres sino que existieron de verdad hace unos 2.007 años, según los últimos cálculos del Papa, y que volverán otro seis de enero, la fe y la razón, aunque ya no tengan más luz que seguir que la de los incendios de la basura jerezana. Jerez es una ciudad de 183.273 habitantes, según las últimas estadísticas y, llegadas estas fechas, construye monumentos flamencos en forma de villancicos, de cuya carne nada sobra para desgracia de los políticos buitres que escarban en la inmundicia. Ya suena la zambomba en los patios, pero esta vez para ahuyentar, como en la canción, a las tribus oscuras que salen cerca del río y a los administradores necios que por no oler llevan ambipur en los sobacos. Jerez es el portal de Andalucía, y como en aquellos tiempos de Tiberio y de Herodes, tiene también su Poncio Pilatos, una Junta de Andalucía que bendice que se asalten supermercados para aliviar la dieta del ciudadano pero a la que no le resulta insano para estas mismas personas que 3.000 toneladas de residuos duerman en las calles con las ratas. De seguir así muchos ayuntamientos dejarán pudrirse en la calle los restos del súper que salen de cada casa. Se distinguirá ente los pueblos que sienten el hambre y los que hacen una mala digestión de su basura y la vomitan en la acera. El Papa nos hace un favor al retirar la mula y el buey del Nacimiento aunque nos hiera la nostalgia y anime el chascarrillo. Dos bocas menos que alimentar. Los animales no tienen culpa de que los gestores compraran un escalextric y un exin castillos y ahora no tengan ni para carbón. Pero si los bueyes votaran, Pedro Pacheco habría hecho pesebres de plata fina como el peine de laVirgen para el desemelene final.
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