Francisco Marhuenda
El debate
Los debates electorales no tienen ninguna utilidad. Es un modelo encorsetado donde cada una de las partes coloca su mensaje. Hay que cambiar el formato. El cara a cara entre Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano responde perfectamente a esta fórmula en la que todos creen ganar. Los simpatizantes de cada partido se sienten complacidos. Es cierto que lo más efectivo es la estrategia seguida por la candidata socialistas basada en la demagogia y el populismo. Es lo que hizo Solbes frente a Pizarro en el 2008. El tiempo demostró que el ministro socialista mintió descaradamente. Los españoles somos muy generosos con las mentiras políticas porque nos hemos acostumbrado gracias a la desfachatez del PSOE. En 2011 abandonó el Gobierno dejando el país al borde de la intervención por la ineptitud de Salgado, Solbes y Fernández Ordóñez. No importa porque Valenciano arremetió con argumentos populistas y descalificaciones inconsistentes. En temas como las libertades públicas o los derechos de las mujeres fue una demagoga. Fue un feminismo trasnochado para el que todo vale con tal de complacer a la izquierda radical. Es cierto que no vimos al mejor Arias Cañete, que no estuvo cómodo en el debate, pero demostró una mayor altura intelectual y rigor político.
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