Restringido

El duro ejercicio del voto

La Razón
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En un ejercicio divertido, La Sexta Noche les ha pedido a los candidatos de los cuatro grandes partidos que ordenen sus propuestas en orden de prioridad. Los resultados han sido curiosos. Para el PP y Ciudadanos, la unidad de España es crucial; para PSOE y Podemos es tema menor. La economía es sólo primordial para los populares, el resto la pospone. Los nuevos partidos tienen la regeneración democrática entre sus primeros intereses, los partidos de toda la vida la colocan al final. Pareciera que los partidos hablan de Españas distintas. Es verdad que los ciudadanos tampoco ordenamos los problemas nacionales de forma unívoca, pero indudablemente la economía o Cataluña forman parte de nuestras preocupaciones principales, así que hay que concluir que los partidos no ofrecen respuesta a lo que necesitamos, sino señuelos para que les votemos. Me explico. Maquillan logros e ideas para resaltar lo más atractivo que tienen y ocultar aquello en lo que flaquean, exactamente como una modelo resalta una boca hermosa y disimula una nariz algo defectuosa. El único que antepone la economía en sus mítines es el Gobierno porque puede vender como un logro que España –a punto de ser intervenida antes de la legislatura–, ha salido de lo más hondo del hoyo. El PSOE se guarda de grandes proclamas económicas porque Zapatero sigue en la peor esquina de la memoria de todos. Y ni Podemos ni Ciudadanos anteponen el tema porque las promesas no pueden superar los logros –escasos o no– de Mariano Rajoy. En cambio, en lo tocante a corrupción, el PP esconde pudorosamente sus propuestas en la parte inferior de la lista y los nuevos partidos agitan la bandera de la limpieza con orgullo. El lenguaje electoral no es un discurso sobre las preocupaciones de los ciudadanos, sino una refinado marketing de los candidatos, con el objetivo final de hacerlos parecer atractivos. ¿Cómo orientarse en un piélago de anuncios y debates pergeñados por expertos demógrafos? Leer los programas es uno de los ejercicios más dolorosos que puede afrontar un cansado español de a pie. Yo propongo centrarse en el estudio de uno mismo. Conocerse y saber qué se necesita personalmente es forma buena de evitar votar al candidato más guapo o al más simpático. La familia, por ejemplo, es piedra angular de la sociedad para mí y para muchos. Busco políticos que comprendan sus necesidades y den espacio a la sociedad civil, en lugar de asfixiarnos con el estatalismo. En segundo lugar, la educación nos resulta crucial a muchos, porque la libertad empieza en las aulas. Si es el Gobierno el que diseña al hombre, si no se permite un sano debate cultural, si se expulsa obligatoriamente de las clases cualquier pregunta sobre el significado de la existencia, el colegio deja de educar y empieza a alistar soldados del poder. Finalmente me interesa una economía que combine la libertad de los comercios y los negocios con la justicia social y la protección del medio ambiente. Un abanico tan sencillo de prioridades me ayuda a decidir, más allá de grandes proclamas.