Fernando Rayón
El futuro del PP
Lógicamente, a los que esperaban la caída de María Dolores de Cospedal, los cambios en el PP no les han gustado nada: maquillaje, cosmética, twiteros, juventud sin pasado... Esas calificaciones han venido desde la izquierda socialista y también, por qué no decirlo, desde la derecha del PP. En realidad, los que critican esos cambios es porque se dan cuenta de la cercanía de las elecciones generales y saben que no pueden dar alas a la más mínima apariencia de regeneración en el Partido Popular. Pero es ahí donde está el problema de lo que ha pasado, y no en el Gobierno de Rajoy.
Porque cuando el presidente del Gobierno habla de problemas de imagen y de comunicación está utilizando un eufemismo para no decir de verdad lo que ocurre en su partido, es decir, la corrupción. Es muy difícil comunicar nada o dar imagen de algo cuando día a día ves desfilar por los juzgados a militantes, dirigentes, alcaldes, concejales, consejeros, ex ministros... Y ése es su partido, su viejo partido. Y eso es lo que hay que cambiar. Y hay que cambiarlo por el procedimiento tradicional: sustituir a personas por otras que no hayan pertenecido al aparato y que no estén vinculadas al pasado del partido.
Porque, se pongan como se pongan, cambiar al ochenta por ciento de la cúpula del partido es mucho cambiar, sobre todo cuando ese cambio incluye juventud, es decir, posibilidades de permanencia. Los cinco nuevos vicesecretarios son un número, pero también un hecho. ¿Y todo esto para qué? Pues para lo único que importa: ganar las elecciones con el suficiente margen que impida a Pedro Sánchez gobernar España con Podemos, como ya lo está haciendo en ayuntamientos y comunidades. Parece que a los españoles no les han gustado estos pactos. Pues seguro que menos los que vienen.
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