Martín Prieto

El PSOE necesario

La Razón
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Mi querido Joaquín Leguina, partero de la artificial autonomía madrileña, cada día más lúcido, refrenaba su bronca ante los frentepopulistas de su partido advirtiendo que hay que tener mucho cuidado con quien se acuesta uno. Siendo Presidente de la Comunidad despachaba con Felipe González paseando por los jardines de La Moncloa y este le espetó: «Joaquín, ¿tu follas?». Joaquín no cayó en el estupor y le replicó brillante: «Presidente, se me ha olvidado hasta la postura». Y es que en ocasiones la abstinencia es la más prudente de las virtudes. Y se sabe: una noche con Venus y toda la vida con Mercurio. El ex ministro José Luis Corcuera, lejano inspirador socialista de la Ley de Seguridad Ciudadana del PP, ha sido más cruel ignorando de que se ufana Pedro Sánchez y lamentando que no hubiera dimitido la noche de las elecciones. El joven líder socialista tiene su formación y sus valores aunque sea un inexperto en la empresa, la Administración y la gestión partidaria, pero lo inquietante es su audacia. Nada más lograr para su partido el desplome más hiriente de su historia y cerca de haber pasado a la clandestinidad en Madrid se autoproclamó, entusiasta, como candidato a sucederse a sí mismo, lo que ni venía a cuento ni era el momento procesal. A pocos días se engalló afirmando falsamente que la política del PSOE la dictaba él, para hacerse el macho alfa ante Susana Díaz, haciendo de menos a un Comité Federal (a más del Ejecutivo) que puede cesarle y hasta expulsarle. Tras su grosería televisiva con Rajoy, de jaque de acera, su fugaz y negativa entrevista con el Presidente en funciones fue la enésima demostración de que nuestro hombre tiende a sustituir el pensamiento por la audacia y la huida desesperada hacia adelante. Puede desaparecer un proyecto sugestivo como la UPyD de Rosa Díaz, y es de lamentar, pero no rugen los leones del Congreso; la testimonial Izquierda Unida puede caber en una redoma residual sin que cruja la nación; el centro derecha español pasará turbulencias pero se disipará cuando las ranas críen pelo; sin embargo, la desestabilización del PSOE sería una catástrofe nacional más dañina que la salida a superficie de la extrema izquierda con trajes hechos a medida. Una socialdemocracia que corrija los excesos del capitalismo no es prescindible, pero se ignora si el PSOE está en eso y con quien está dispuesto a acostarse, inventándose un PP como muñeco de pin-pan-pum. Pedro Sánchez es el soldado Ryan.