José Antonio Álvarez Gundín
El secreto de Ada Colau
En realidad, Ada Colau es como una Juana de Arco de la propiedad privada, la ardiente defensora del pisito al que sacrificamos nuestros ahorros y en el que albergamos nuestra estima. Ni de izquierdas, ni indignados ni movimiento asambleario en busca de revolución: solamente una legión de mártires hipotecados que habiendo sido dueños se niegan a ser esclavos. Ese es el secreto de Ada Colau, el haber encabezado una plataforma de humildes ahorradores en un país donde todo el mundo aspira a tener una vivienda en propiedad, aunque sólo el 70 por ciento lo consiga. Lo que reivindican no es tanto el derecho constitucional a cobijarse bajo un techo, como el derecho a poseer ese techo como un bien patrimonial o como una pequeña inversión de futuro. En otros países europeos, con más tradición de alquiler que de compra, nuestra heroína no habría llevado su cruzada más allá del felpudo de la entrada.
El nombre de la asociación lo dice todo: Plataforma de Afectados por la Hipoteca. A ella podría apuntarse sin forzar sus estatutos la mayoría de los españoles y sin necesidad de que nadie renunciara a sus simpatías políticas, incluso si son de derechas. De ahí que al PP le hayan faltado reflejos para no caer en la trampa, con el agravante de que el Gobierno ya había puesto en marcha una reforma en el mismo sentido. Los diputados populares vieron venir a Ada Colau empuñando la antorcha como si fuera la libertad guiando al pueblo y no se percataron de lo que iba detrás: un ejército de propietarios con la escritura notarial bajo el brazo reclamando que el fin de un sueño no sea el principio de una pesadilla. A día de hoy se calcula que hay más de 250.000 desventurados cuya vivienda vale menos que la hipoteca pendiente de pagar. La mayoría de ellos hará lo imposible para cumplir con sus compromisos crediticios, pero si le ponen delante un papel que les promete protección frente al banco, ¿quién sería el estúpido que se negaría a firmar, y hasta dos veces si fuere necesario? Nada más conservador que el instinto de propiedad. Sin embargo, la impresión general es que el PP fue arrollado por una iniciativa de la izquierda, mientras que Rubalcaba sacó petróleo del ladrillo sin que nadie le recordara cómo el Gobierno socialista del que fue vicepresidente rechazó una propuesta muy similar. Está por ver que la nueva lideresa logre sus objetivos, como la dación en pago con efectos retroactivos, o que miles de propietarios no pierdan sus viviendas, pero sí hay una cosa segura: los créditos hipotecarios serán más caros y el sueño del pisito propio, más inalcanzable.
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