Francisco Marhuenda
El valor de la unidad
La experiencia electoral demuestra que los votantes castigan con mayor dureza las diferencias o los enfrentamientos internos dentro de los partidos que los escándalos de corrupción. La inestabilidad siempre tiene un castigo en las urnas mientras que la unidad acostumbra a ser valorada positivamente. Tras el mal resultado obtenido en las andaluzas se ha desatado dentro del PP un enfrentamiento que llevaba mucho tiempo larvado y que es convenientemente exagerado por las formaciones que quieren expulsar a este partido de los gobiernos y especialmente a Rajoy, algo que también incluye a los periodistas que desearían su renuncia o incluso que le ganara Ciudadanos.
No es un fenómeno nuevo porque Rajoy lo sufrió en 2008 cuando hubo conspiraciones para forzar su marcha e incluso mostró una gran generosidad al acoger a quienes lo criticaban y menospreciaban con una zafiedad sorprendente. La situación no es tan grave como entonces, pero es verdad que algunos se mueven pensando más en sus intereses personales que en los del proyecto popular. Todo indica que Rajoy no piensa hacer cambios ni en el Gobierno ni en el partido, algo que parece razonable, aunque a los periodistas siempre nos gustan este tipo de crisis porque resultan muy atractivas en el terreno informativo. La realidad es que tiene un buen gobierno, que ha gestionado con eficacia la crisis y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, realiza con acierto tanto la coordinación como la siempre difícil portavocía. Lo mismo se puede decir de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal que, además, es la presidenta de Castilla-La Mancha, aunque hay quien quiere apartarla sólo por razones de enemistad personal.
En el fondo de estas maniobras políticas y mediáticas está debilitar a Rajoy. Durante más de tres años ha sufrido una tenaz campaña para mostrarle como débil e ineficaz, llegándose incluso a mostrarle como un líder abúlico e incompetente que sólo se comunicaba por medio del «plasma». Tan sólo Adolfo Suárez sufrió un acoso tan perseverante como injusto en el fondo y en la forma. El balance de ambas presidencias es muy bueno, aunque a Rajoy todavía le queda un largo recorrido a pesar de aquellos que le quieren sacar de La Moncloa.
El reto son ahora las autonómicas y municipales. Necesita que el partido esté unido para recuperar la confianza que ha perdido de una parte del electorado. Y lo mejor es que aleje a los que han hecho de la intriga y el enredo una profesión. Todo indica, salvo que se cometan errores, que Podemos y Ciudadanos pueden ser electoralmente, como máximo, el equivalente, respectivamente, de IU y el CDS. Por tanto, PP y PSOE pueden recuperar el terreno perdido y lograr buenos resultados.
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