Elecciones Generales 2016

España: estabilidad o turbulencia

La Razón
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Está en juego no el triunfo de una opción política sino la supervivencia de España como país o su caída libre en picado. Es el análisis que hacen dirigentes del PP y veteranos políticos que vivieron la transición, entre ellos muchos socialistas, con Felipe González en cabeza. Las elecciones de hoy deciden entre la estabilidad de una nación, a cargo de los partidos constitucionalistas, o la incertidumbre de un caos bajo un frente populista de extrema izquierda. «España está en riesgo», aseguran muchos de estos políticos que critican dos conductas: el obsesivo no a Mariano Rajoy reiterado por Pedro Sánchez y Albert Rivera, y las veleidades del secretario general del PSOE ante sus futuros pactos, que muchos temen inclinaría la balanza hacia Podemos. El mayor peligro ante el resultado de este 26-J es que los dos grandes partidos, PP y PSOE, ya no forman un férreo bloque ante la amenaza populista por la actitud de Pedro Sánchez, según lamentan muchos dirigentes de su propio partido.

La decisión británica de abandonar la Unión Europea demuestra que el populismo está más vivo que nunca. Al margen de las nefastas consecuencias económicas, el Brexit alerta sobre el auge de unos movimientos radicales que pueden influir en España. Para unos, el referéndum inglés puede movilizar al elector moderado, ese voto útil que ha invocado Mariano Rajoy en toda la campaña. Pero para otros, existe el peligro de un voto resentido que quiere plantar cara a Europa. «Si un país tan serio como Reino Unido da un portazo a la UE nosotros también podemos hacerlo», dicen fuentes del partido de Pablo Iglesias, quien aún revestido de piel de cordero en estos días de campaña, siempre ha sido un lobo partidario de la salida de la eurozona. Y todavía más, su socio de coalición, el comunista Alberto Garzón, cuya efigie es la única que inunda las calles de Madrid. El dilema entre la estabilidad y la incertidumbre está bien claro. Destacados políticos de la antigua UCD, PP y PSOE que protagonizaron la transición coinciden en la falta de altura y sentido de estado de muchos dirigentes actuales. ¿Qué fue de aquellos Pactos de la Moncloa, dónde se sentaron juntos Adolfo Suárez, Felipe González y el Partido Comunista?. ¿Recuerda alguien el abrazo entre Manuel Fraga y Santiago Carrillo, el día que el líder del PCE le presentó en el Club Siglo XXI?. Conviene recordar el ambiente de respeto y consenso que presidió los debates constitucionales, sin vetos personales. «El veto es lo menos democrático que existe», afirman varios ex ministros del gobierno en alusión a la oposición reiterada de Sánchez y Rivera contra Rajoy. «España está al borde del abismo y no quieren verlo», advierten ante la amenaza de Unidos Podemos, cuya coalición puede arañar votos inesperados en virtud de nuestra compleja ley electoral.

Tampoco es menor el riesgo separatista. Basta ver la reacción de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y los líderes radicales catalanes. Tras el Brexit, el presidente de La Generalitat, Esquerra Republicana y los portavoces de En Comú Podem, con Ada Colau en cabeza, se apresuraron a sacar tajada del hecho y reclamar el referéndum en Cataluña. «Es una bomba de relojería que quieren aprovechar», aseguran dirigentes de la antigua CiU, ahora retirados de la política temerosos de la situación. «Olvidamos el centro y los extremos se han disparado», añaden con tristeza. Recuerdan cuando José María Aznar ganó sus primeras elecciones con 156 diputados y logró grandes pactos con CiIU y el PNV. En aquel Congreso nadie vetaba a nadie, se hacía política con mayúsculas y, dentro de las divergencias políticas, todos se respetaban. Fue una legislatura de primera, en la que Aznar, González, Pujol o Ardanza no se proferían descalificaciones y vetos como los de ahora.

Algo muy diferente a lo que sin duda se encontrará Mariano Rajoy si, como vaticinan las encuestas, gana hoy las elecciones. La patológica aversión de Pedro Sánchez contra el PP, secundada por Albert Rivera en el caso de la figura de Rajoy, dificulta el acuerdo. En Moncloa insisten en que si su actitud hubiera sido distinta y aceptado la gran coalición, se habrían evitado nuevas elecciones y la subida de Unidos Podemos. Una coalición que en diciembre no existía y que ahora amenaza seriamente al PSOE con un «sorpasso» de imprevisibles consecuencias. Algo que asusta también en sectores empresariales por la política económica y fiscal de Podemos. Muchos ilustres nombres del Ibex 35, dañados enormemente por el Brexit y que apostaron en su día por Ciudadanos, contemplan alarmados el escenario sin entender el juego de Albert Rivera y sus ataques obstinados contra Mariano Rajoy.

Para colmo de males, si Escocia o Irlanda del Norte se llegan a separar de Londres el peligro de avivar el fuego independentista catalán será aún mayor. Pablo Iglesias no se conformará con un referéndum en Cataluña, sino que puede hacer lo mismo en el País Vasco, Comunidad Valenciana o Galicia. «Podemos hará diecisiete consultas y romperá España», dicen los políticos consultados como prueba de que está en juego la supervivencia de un modelo de país. Si finalmente Pedro Sánchez supera en votos a Pablo Iglesias muchos temen que estará tentado de pactar un gobierno de izquierdas con el líder de la coleta. Ello exacerbará tensiones de todo tipo, dividirá al PSOE, fomentará los separatismos y será una ruina económica para España. De ahí las rotundas palabras de Felipe González en el cierre de campaña cuando invocó un proyecto de España y aconsejó a Sánchez no pactar nunca con Podemos. «Crucemos los dedos», dicen varios socialistas ante los bandazos del secretario general. El vendaval del Brexit se ha colado al final de esta campaña vacía y barriobajera con un latiguillo circulante por los despachos y en la calle. ¿Y ahora que va a pasar en España? Basta ver a Pablo Iglesias en su mitin final, con arengas a la patria, los pueblos y el sistema para adivinar el programa de este Lenin español. La tormenta en el horizonte sólo escampará con un buen resultado electoral que permita un Gobierno estable y sólido con el PP como partido más votado, o un triunfo de la extrema izquierda que asuste todavía más a los inversores, reviente los mercados y quiebre España. El Brexit ha incendiado Europa y nadie sabe cómo afectará a las urnas de hoy domingo, máxime cuando demuestra la escasa fiabilidad de las encuestas que, hasta última hora, pronosticaban la permanencia del Reino Unido. Pero aquí, en España, la balanza es clara: estabilidad o turbulencia. En definitiva, bienestar o insumisión.