Angel del Río

Estilo cifuentes

La Razón
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Cifuentes demuestra que no está de paso por la dirección del partido en Madrid, que la gestora puede ser una dirección en funciones, pero ofrece posibilidades para tomar decisiones y marcar la ruta de lo que deberá ser el partido, si como parece, ella aspira a liderarlo a nivel regional, ganando unas elecciones, y quién sabe si un día se lanza a subir algunas plantas en Génova.

El código ético está elaborado al estilo Cifuentes, a lo que ella quiere que sea una especie de regeneración del partido, después de los varapalos que en la línea de flotación ha sufrido la gaviota tras los zarpazos de la Gürtel, la Púnica y otras actuaciones individuales. No está dispuesta a poner paños calientes y prefiere poner la venda antes de que la herida y que ésta se ulcere. El nuevo código ético tiene trazas de ser un borrador para quien quiera aplicarlo en otras regiones, incluso para la propia dirección nacional.

Entre los aspectos más novedosos está la obligación de que los cargos del partido presenten su declaración de bienes en Génova, que se conozca su situación desde la cocina del partido, y no por obligado cumplimiento en las instituciones públicas, lo que evitaría alguna sorpresa desagradable, como de hecho ha ocurrido. Quizá lo más novedoso y contundente sea la obligación de renunciar al cargo si hay imputación formal de delitos, auténtica madre del cordero en la reciente etapa del partido en Madrid. Por otro lado, los daños colaterales que producen determinadas actitudes y prebendas, serán castigadas con la expulsión, tales como la aceptación de regalos, donaciones, invitaciones, viajes y similares, que hasta ahora es una práctica habitual y consentida en todos los partidos. Se ajustarán al código ético aquellas actitudes y comportamientos, que sin ser delictivos, sí sean lesivos para la buena imagen del partido.

Estamos ante un código estilo Cifuentes, una especie de vacuna para gobernar en tiempos revueltos de honestidad y ética; para prevenir y evitar que el PP de Madrid sufra los avatares que tanto daño le han hecho, por culpa de un puñado de sinvergüenzas que han campado a sus anchas.