El desafío independentista
Fugas hoy, desinversiones mañana
Que Caixabank, Sabadell, Gas Natural, Abertis, Cellnex, Dogi, Oryzon, Service Point, Naturhouse, Eurona, MRW, San Miguel, Trea Asset Management, Banco Mediolanum, Copasa, MGS Seguros, DVD Dental, GVC Gaesco, Abgar, Colonial o Torraspapel son sólo algunos de los nombres de grandes empresas que han optado por trasladar su sede social desde Cataluña al resto de España a raíz de la incertidumbre generada por el actual proceso independentista.
Es verdad que, como ya ha sido sobradamente explicado durante los últimos días, este generalizado desplazamiento de sedes sociales no implica una desinversión masiva de la actividad productiva y comercial que estas compañías desarrollan en la región: dado que sus plantillas y sus infraestructuras no se trasladarán de momento, el único cambio será jurídico (si Cataluña se independizara, estas empresas continuarían siendo españolas y, por tanto, seguirían formando parte de la disciplina de la Unión Europea).
Sin embargo, pese a la escasa repercusión práctica que estos movimientos vayan a tener en el corto plazo, lo que en todo caso sí están realizando estas empresas es mandar una señal inequívoca a la Generalitat: no confiamos en el rumbo que se está siguiendo para declarar unilateralmente la independencia (con todo lo que ello implicaría: enfrentamiento con el Estado español, salida de la Unión Europea y abandono de la Eurozona y la moneda única).
Esa desconfianza presente bien puede traducirse en desinversiones futuras: no, por supuesto, en una absoluta desaparición de cualquier nueva inversión en Cataluña (semejante escenario resultaría del todo inverosímil para prácticamente cualquier economía desarrollada), pero sí, tal vez, en un significativo frenazo de las mismas ante la falta de seguridad jurídica y, por supuesto, de accesibilidad al mercado europeo.
Y una ralentización de las inversiones futuras, sin ningún género de dudas, es equivalente a un parón en la mejora de los estándares de vida de los ciudadanos catalanes. La fuga de las sedes sociales de las empresas más emblemáticas de Cataluña no es todavía un acontecimiento dramático, pero podría terminar siéndolo a largo plazo.
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