Corrupción política
Hebé de Bonafini
Era tal mi respeto por esta carnicera de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, que mi primera entrevista en América la concité con ella. La última militarada argentina le había hecho desaparecer («chupados») a dos hijos varones y una nuera, militantes montoneros en aquel delirio católico-castrista-populista de la izquierda peronista en guerrilla urbana. Desde el balcón de Casa Rosada Perón, junto a su mujer Vicepresidenta, les llamó imberbes echándoles de Plaza de Mayo que abandonaron en formación coreando: «Somos unos boludos; votamos a una puta y un cornudo». Hebé de Bonafini, madre coraje, fundó y preside Madres de Plaza de Mayo y se anudó a la cabeza un simbólico pañal que no creo se haya quitado ni para ir a la cama. La represión cayó sobre aquellas mujeres y hasta «chupó» a dos monjas francesas solidarias con su causa, pero no se atrevió con esta luchadora de la que, ajenos a la censura, hicieron bandera el «Buenos Aires Herald» y los corresponsales extranjeros. La frecuenté acostumbrándome a sus gritos a solas en su despacho hasta que las Abuelas de Plaza de Mayo, explicándome su escisión, me avivaron que mientras ellas se limitaban a reclamar física o jurídicamente a sus nietos, al margen de cualquier ideología que pudieran tener, Hebé había adoptado la radicalización de sus hijos, rechazaba una transición a la española (como algunos de nuestros políticos emergentes), calificaba de fascista nuestra democracia y elogiaba el terrorismo etarra. Con el peronismo del matrimonio Kirchner, Bonafini fue el alma de una memoria histórica que pretendía poco menos que enjuiciar a las fuerzas armadas del país, en su conjunto, infectando las heridas de una desigual pero recientísima guerra civil. No bastándole la justeza de la reivindicación primigenia «adoptó» a Sergio Shocklender, joven expresidiario por haber asesinado a hachazos a sus padres so legítimo pretéxto de heredar rápido. Aduciendo que el parricida era fruto de la vesania capitalista le nombró gerente de una constructora de viviendas sociales con fondos federales de la que desaparecieron los pesos y las casas. Los Kirchner la protegieron hasta que un juez federal la ha querido indagar. Amparándose en cientos de partidarios ha hecho un escrache, pero a la policía, y es que siempre nos dijo Hebé que «la izquierda nos da fueros». Del corazón de las tinieblas al pelotazo urbanístico, de los derechos del hombre a la miseria moral, de la defensa de la vida a un triste gatuperio de ladrillo.
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