El desafío independentista

Junqueras, no mentirás

La Razón
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«No mentirás». El cristiano Junqueras debería aplicarse, aunque solo fuera por pudor espiritual, uno de los Diez Mandamientos, a no ser que también quiera instalar en Cataluña una nueva religión que desconoce el abad de Montserrat. Al cabo, creer en todo lo que promete es cuestión de fe. Como cuando viene Tom Cruise a alabar las bondades de la Cienciología. A los incrédulos les pierde la belleza, que no es el fuerte del intelectual Junqueras. Pensar que el PIB o las pensiones van a crecer con la independencia se sostiene únicamente en su palabra. Ninguno de los beneficios de la secesión posee una futil base empírica, más bien al contrario. Asistimos a una colección de mentiras que un mesías vende al pueblo elegido y que una parte de ese pueblo se cree porque sale de boca de sus dioses.

Ayer mismo salió Junqueras por televisión mintiendo sobre la intervención de las cuentas. Aseguraba, a sabiendas de que no era verdad, que el hecho de que el Supremo hubiera admitido a trámite su recurso contra la orden de Montoro bastaba para dejarla sin efecto. No era una mentira ignorante, sino vergonzante. Populismo bravo y telegénico. Los dineros están ya bajo el control del Estado amparado en una ley que en su día votó el PDeCAT. Hay mentiras ridículas, para tomárselas como guión de chirigota, esas que apelan a la catalanidad de Cervantes o Colón, y otras más peligrosas, como ésta.

Que un político mienta con tal descaro debería llevarlo a la plaza pública para que sufriera al menos un apedreo verbal. Por menos han dimitido ministros y presidentes del orbe occidental, donde dicen que está la moderna Cataluña. Lo demás es el norte de África, oído en TV3 sin que ningún órgano audiovisual les tache de racistas. Luego ponen pancartas que dan la bienvenida a los refugiados llegados de países bárbaros. Todos son bien hallados menos los españoles. La posverdad – y disculpen por usar el palabro– ha demostrado ser la antesala de estados totalitarios que se limpian las narices con el recto relato de las cosas que pasan. Barcelona siempre «avant la lettre». El engaño masivo es propio de la parodia de Chaplin en «El gran dictador». A Junqueras le faltan, pues, unos zapatones raídos, un perro callejero y una pobre muchacha ciega, por el momento, que bien podrían ser los votantes que ya no tendrá por inhabilitado más que por embustero. En Cataluña mentir es gratis. Pueden seguir con las patrañas aunque les hayan capado las tarjetas de crédito.