Alfonso Ussía

La Flecha Negra

No me refiero a Usain Bolt, el maravilloso atleta jamaicano. Decía «Tip» que las avestruces tienen las patas desplumadas porque corren que se las pelan. Ese prodigio de la naturaleza nacido y crecido en Jamaica además de rápido es elegante, y verlo correr es una delicia para cualquier amante del deporte, y en este caso, del deporte por excelencia, el atletismo.

Pero me gustaría verlo empujando un carrito rebosado de material escolar previamente robado en un supermercado. Allí, a las ordenes del camarada Diego Cañamero, tuvo lugar el gran milagro del atletismo español de velocidad, que últimamente está por los suelos. La «Flecha Negra», la gorda del SAT, que cubrió la distancia de 100 metros entre la puerta del supermercado y la camioneta de los productos robados en menos de 10 segundos. Y nuestras autoridades olímpicas sin enterarse. Con una camiseta de mangas cortas color negro zaíno, unos pantalones de vocación textil muy menguada y unas sandalias poco aptas para batir una marca atlética, la gorda, la «Flecha Negra» del Sindicato Andaluz de Trabajadores hizo la carrera del año. Usain Bolt sólo tiene que preocuparse de correr con más rapidez que sus contrincantes, mientras la gorda de negro se vió obligada a conducir un carrito repleto de cuadernos, cajas de lápices, libros de texto y gomas de borrar a toda velocidad y sorteando a compañeros sindicalistas que entorpecían sus movimientos. Ni Gordillo, el maltratador, ni Cañamero, el perdicero, se pueden comparar con la agilísima «Flecha Negra», nueva versión de bandolera basta que merece una serie de quinientos capítulos. Lo de Cañamero es tirado. Dirige la operación, pero no da con un palo al agua. «Hala, a robá pal pueblo», y ahí termina su trabajo. En cambio, la «Flecha Negra» entra en el supermercado, elige el carrito más grande, lo llena de material, amenaza a los trabajadores del establecimiento, y cuando no cabe en el carrito ni un «clip» de última hora, empuja, arranca, sortea, corre, insulta, corre más, vuelve a sortear a un compañero despistado, alcanza la camioneta y arroja el material enajenado a su interior en apenas treinta segundos, diez de ellos invertidos exclusivamente en la carrera. A la gorda se le viste de atleta, con un calzado adecuado para deslizarse sobre las pistas, y la medalla de oro la tenemos asegurada para España. Otra cosa es que durante la carrera le robe el sombrero a un juez de pista, el martillo a una ucraniana, la jabalina a un ruso y la pértiga a un americano, pero aún así, con el sombrero, el martillo, la jabalina y la pértiga, tendría opciones de victoria, aunque fuera detenida posteriormente, que es lo que se espera lleve a cabo la Guardia Civil después de su exhibición. Y hay otro de negro, aún más gordo que la «Flecha Negra», que también es identificable, y me figuro que mucho más sencillo de detener para llevarlo ante el juez que a la «Flecha Negra», cuyas facultades deportivas he cantado y elogiado con indisimulada emoción y reiteración admirada.

Sánchez Gordillo justificó el robo con la excusa de los desahucios, mucho más numerosos con el Gobierno del PSOE que con el actual Gobiernete del Partido Popular. Y si no lo cree, que se lo pregunte a su jefe del Partido Comunista, el camarada Valderas, que compró y vive en el piso de un desahuciado. Pero esos detalles no le interesan a Sánchez Gordillo, como tampoco explicar lo que hizo con los 250.000 euros que le regaló la Junta de Andalucía y cuyo destino social no ha sido revelado hasta el momento. Luego viene lo del acoso sexual y el maltrato a una mujer, pero pelillos a la mar, que eso no es acoso sexual sino acoso social y el maltrato es un invento de la derecha latifundista. Por otra parte, y me incomoda recordárselo, su partido gobierna en coalición con el PSOE, que lo hace en Andalucía desde los tiempos de don Pepote de la Borbolla y don Rafael Escuredo, testigos desde las terrazas de Cádiz de la Batalla de Trafalgar. Y así está Andalucía. Bastante más arruinada que el resto de España.

Pero no quiero entrar en amarguras políticas, sino en sorpresas deportivas. Y la gorda del SAT, la «Flecha Negra», me ha devuelto la ilusión y la fe en nuestro atletismo. Que sea muy poquito detenida, y la veamos pronto preparándose para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Medalla segura.