Antonio Pérez Henares
Lágrimas del Guadiana
Un día, en 1984, los libros de geografía fueron mentira. El Guadiana dejó de brotar por sus Ojos. Pero el domingo pasado el recuerdo se hizo otra vez agua y vida. Tras nacer en las Lagunas de Ruidera y sumergirse luego el río ha vuelto a aflorar antes de llegar a las Tablas de Daimiel. Lo ha hecho algo más abajo de donde lo hacía, unos seis kilómetros por encima del molino Molemucho, entrada al Parque al que dejó de alimentar con sus caudales. El número de hectáreas encharcadas fue siendo cada vez menor hasta llegar en 2009 a una situación crítica, con el subsuelo de turba ardiendo. Aquel año se pensó que el entorno se perdía, pero junto a las medidas de trasvase y los esfuerzos de detener y menguar la sobreexplotación del Acuífero 23 -algo que debe apuntarse en el habe del anterior Gobierno lo mismo que otras cosas apuntamos en su debe- comenzó a llover copiosamente. Asistí entonces a la resurrección de las Tablas. Fue algo maravilloso ver más de 1.600 hectáreas encharcadas y el regreso de su fauna. Pero ni entonces me atreví a soñar que volvería a ver fluir hasta el Parque al Guadiana. Soñé que quizás en veinte años podría acaecer el milagro que se adelantó a este otoño.
La noticia ha recorrido La Mancha, esa «Seca»(es su significado en árabe) y ahora espejada en agua, llanura pero sorprende que esta buena nueva apenas haya merecido un renglón y ni una imagen en los telediarios nacionales. Y es sin embargo la noticia quizás más relevante en varios decenios de recuperación medioambiental en España. Se sabía que el acuífero se estaba rellenando a buen ritmo, incluso el año pasado subió algo a pesar de la sequía, y que su nivel había aumentado en 14,5 metros desde 2009 y justo al alcanzar la cuota de los 610 metros sobre el nivel del mar que tuvo en 1983 ha comenzado a «llorar». Ya había soltado algunas lágrimas el pasado diciembre, pero el agua no llegó a entrar en las Tablas. Este año ya lo ha hecho y esperemos que ya por siempre podamos ir a ver la esclusa abierta del Molino Molemucho para dejar entrar el agua al Parque. Que antes se tenía cerrada para que no se escapara. No es broma.
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