Restringido

Las aventuras de Sánchez

La Razón
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Pedro Sánchez, conocido en los ambientes populares por «Don Cambio» y «Don No», ha emprendido su aventura catalana, no exenta de dificultades, observado de cerca y con no poca prevención por sus socios de ocasión. En C’s están con la mosca en la oreja. La visita a Puigdemont para «dialogar desde el desacuerdo», sin testigos, levanta todo tipo de sospechas en la formación de Albert Rivera. Esta vez el del PSOE no ha exigido ir acompañado del de C’s, lo que parece indicar que considera a éste un simple compañero instrumental para llegar al poder y, en este viaje, un compañero incómodo. No hace falta advertir que la cuestión catalana es el asunto más sensible. Lo que sorprende es que el malestar de C’s no se manifieste con más claridad. Por mucho que «Don Cambio» trate de poner énfasis en su defensa de la unidad de España –seguramente con sinceridad–, todo el mundo sabe que tiene que bregar con una notable porción de los socialistas catalanes que defienden las tesis soberanistas. Y, por si Sánchez tuviera pocas dificultades para gestionar su liderazgo y viajar a Barcelona con las manos libres, resulta que el nuevo secretario general de UGT, el sindicato hermano, que reside allí, es partidario del referéndum de autodeterminación. Demasiadas complicaciones, que le obligan por fuerza a hacer equilibrios en la cuerda, a ocultar cartas en la manga y a jugar con dos barajas.

Existen pocas dudas de que toda esta actividad política de Sánchez va destinada a que tanto Podemos y sus mareas como los soberanistas catalanes y los nacionalistas vascos faciliten su eventual investidura. A cambio les promete a todos –lo hizo con ERC y ahora con el convergente presidente de la Generalidad– un cambio de la Constitución que facilite un nuevo Estatuto de autonomía, que los catalanes votarían en referéndum. O sea, un rodeo para llegar al destino que buscan los del derecho a decidir. No hace falta advertir que Sánchez vende humo, porque C’s no va a hacer concesiones en esto y, sobre todo, porque el PP, destinatario del «no es no» del aspirante frustrado, tiene la llave en el Congreso y en el Senado de cualquier cambio constitucional. De momento, las alianzas territoriales de Podemos, con las que el no candidato pretende negociar –la catalana, En Comú Podem, la gallega, En Marea y las agrupaciones podemitas de Aragón, Navarra y Extremadura– acaban de reiterar su no a un Gobierno de Sánchez y Rivera. Y desde el comité central han dicho: «Que nadie piense que nos vamos a echar atrás». Así que la mendicidad que ejerce «Don Cambio Sánchez» reluciendo picaportes de puerta en puerta por los barrios de la izquierda y por el extrarradio del sistema no está dando resultado por ahora.