Rosetta Forner
Menos «huelguear», más enseñar
Hacen huelga porque le tienen manía al ministro de Cultura, o porque «el Pisuerga pasa por Valladolid». El victimismo mediocre siempre tiene excusas. ¿Qué refleja, de la realidad de España, tanta «huelga» en el mundo de la Educación? Una actitud generalizada que fluctúa entre el «salir a no ganar» y el «salir a perder», que saca a pasear el «acuseiner y el quejeiner», buscándose siempre un «chivo expiatorio». Mientras las estrategias ganadoras consisten en averiguar qué funciona mal o «es susceptible de ser mejorado», y cómo se podría, o debería, hacer para mejorar. Actualmente, la asertividad no abunda en este país. Se está más pendiente de «reivindicar» que de trabajar para progresar. Las personas, cuando dejan de creer en sí mismas, suelen entrar en actitudes autodestructivas, una de ellas –la más comúnmente adoptada–, es la del «victimismo»: «Yo no tengo la culpa de nada, los demás son los malos, y los responsables de lo que me pasa», esto es, nada de responsabilidades sobre las acciones propias. Si a los «huelguistas» les importase hacer bien su trabajo, es decir, educar y enseñar (para eso se les paga), y no su «ego» malentendido, en vez de hacer huelga –usando excusas peregrinas propias de un niño de Primaria–, se preguntarían «¿qué puedo hacer yo para contribuir a mejorar la calidad de enseñanza de mi país?». Claro está que esto supone asumir la identidad española, la cual en estos momentos está sumida en una seria crisis de valores. Tanta huelga refleja una sociedad de individuos egocéntricos que olvida que su libertad termina donde empieza la del otro. A este paso, acabaremos siendo un país de «huelguistas», en vez de uno de ganadores aplicados en resolver problemas y apostar por crear una sociedad mejor para todos. Las neuronas están para enseñar; no para inventar excusas para «no ir a trabajar». Propongo que los estudiantes evalúen a los profesores, y les den calabazas a los que prefieran «huelguear» antes que enseñar.
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