Gaspar Rosety
Pablo Iglesias
No tengo el gusto de conocerlo y, por tanto, tampoco excesiva información para juzgarlo como político, al menos más allá de las simples informaciones y opiniones que recibo. Sin embargo, el pasado jueves escuché a Iglesias en la Cope explicándose en materia deportiva, y me sorprendieron algunas afirmaciones, especialmente por su desconocimiento.
Elogió la supuesta traslación del modelo NBA al fútbol español, que resulta imposible dadas las características jurídicas y el marco asociativo de ambos mundos, el profesional estadounidense y el piramidal europeo; defendió la intromisión en los precios de las entradas del fútbol, que parece inverosímil si no se aplica un criterio normativo de invasión de lo público sobre lo privado, e, incluso, afirmó que el presidente de la RFEF estaba involucrado en un amaño de candidatura mundialista con Rusia. En esto último, acreditó una ignorancia impropia de quien aspira a ser alguien de relevancia política. Y, lo que es peor, mintió.
Villar no está, ni ha estado jamás, involucrado en ninguna clase de amaño, jamás ha estado bajo investigación, ni por ningún caso de corrupción ni por cualquier otra materia, y jamás ha sido vinculado a ningún movimiento de dinero ni a compraventa de votos. Pablo Iglesias mintió porque le venía fácil y quizá sus asesores, que saben menos que él, que recuerda a Hierro en el Valladolid Promesas, no encontraron tiempo para informarle. Me recordó a Miguel Cardenal.
El mensaje de Iglesias sonó hueco para quienes seguimos el deporte y lo tomamos en serio. Dentro del parecido con Cardenal, hay una diferencia. El primero actúa con mala fe. Pablo con ignorancia. La ignorancia se cura con el estudio. Lo otro corroe para siempre.
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