Ministerio de Empleo
Pagar a los ninis
La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, ha propuesto una ayuda pública de 430 euros para que aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan (los famosos «ninis») se incorporen al mercado laboral a través de un contrato de formación y aprendizaje. La medida no ha sido una iniciativa exclusiva del PP, sino que cuenta con el aval ideológico de Ciudadanos y, aunque no lo hayan explicitado, también del resto de formaciones; a la postre, se trata de una política consustancial a nuestro dadivoso estado del bienestar: primero genera pobreza y luego la subsidia para consolidar sus redes clientelares y de dependencia. Es verdad que, al menos, esta paga pública se condiciona a la suscripción de un contrato de formación por parte de los jóvenes reacios a instruirse o a trabajar, pero si verdaderamente bastara un beneficio de 430 euros mensuales para que muchos de los «ninis» se lanzaran de cabeza a adquirir un oficio, ¿acaso no podríamos pensar en otras reformas menos paternalistas y menos lesivas de los derechos individuales de los contribuyentes? Si parte de los «ninis» carecen de incentivos a educarse o a trabajar es, en gran medida, porque se enfrentan a un mercado laboral disfuncional que impide a un tercio de la población (especialmente a la más joven) acceder a un empleo estable. Adicionalmente, la formación que nuestro sistema de enseñanza pública proporciona a muchos de esos adolescentes desmotivados se halla alejada de las necesidades del mercado: con una capitidisminuida formación profesional y una politizada y burocratizada formación universitaria, estudiar deviene una pérdida de tiempo y de recursos para muchas personas. ¿Por qué entonces, antes de instituir cualquier tipo de ayuda que sirva como incentivo artificial a problemas de fondo, no probamos a solucionar los mismos? ¿Por qué no liberalizamos el mercado laboral para acabar con el paro estructural y con la dualidad fijo-temporal? ¿Por qué no liberalizamos nuestro sistema educativo para que éste pueda adaptarse descentralizadamente a las necesidades de las empresas? Si una vez ejecutadas estas reformas que hoy constriñen las oportunidades de los «ninis», algunos de ellos deciden seguir cruzados de brazos, entonces no habrá excusas para su pasividad: y si uno quiere vivir una vida irresponsable, es muy libre de hacerlo. Pero, eso sí, que no nos pase la factura a todos los demás.
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