Alfonso Ussía
¿Qué carajo hago, timonel?
Me ha conmovido la imagen de la perversa pareja matrimonial –ella manda más que él–, meditando sus preocupaciones ante la tumba del timonel Chávez. Me ha conmovido y tranquilizado. Ignoraba que, al fin, los restos mortales de Chávez descansaban en un amplio y marmóreo apartamento después de haber sido paseado por todos los rincones de la bellísima Venezuela, mientras era cantado y llorado en hondas composiciones poéticas por juglares de la categoría de Juan Carlos Monedero, el rapsoda del Orinoco y el Caroní. La perversa pareja matrimonial parece preguntar al inquilino de la tumba solitaria: «¿Qué carajo hacemos, mi venerado timonel?».
Es lógica su preocupación. Sus matones paramilitares, ante la desidia y el permiso de la Policía Bolivariana, acababan de asesinar a un dirigente opositor, Luis Manuel Díaz, en un acto presidido por Lilian Tintori, esa mujer valiente y arrolladora que lleva tras de sí a millones de venezolanos. No figura en la marcha su marido, Leopoldo López, porque está en la cárcel, condenado en un juicio cuyo fiscal ha reconocido desde el exilio que fue una farsa descomunal sostenida en pruebas inventadas. Pero el hueco de Leopoldo lo ha ocupado con un tesón y un coraje ilimitados su extraordinaria mujer, objetivo principal de los matones de Maduro. Y es lógica la preocupación del sátrapa, porque al fin la reacción internacional se intuye probable.
Como su derrota en las elecciones, en las que harán los suyos toda suerte de trampas y fraudes democráticos. Sucede que, en esta ocasión, serán muchos más los observadores neutrales y las encuestas coinciden en presagiar una contundente derrota de la mentira comunista bolivariana. De consumarse el duro vaticinio, ¿qué hace Maduro?
¿Cumplir su amenaza de sacar el Ejército a la calle para aplastar a los vencedores de las elecciones? ¿Ha contado para ello con el Ejército? El narco Diosdado no es el Ejército de Venezuela, y en situación tan escandalosa, al menos la mitad de las Fuerzas Armadas serían leales a la soberanía nacional. «¿Qué coño hago, mi timonel? ¿Me adelanto a los acontecimientos y vuelo a Bolivia o Ecuador en calidad de refugiado? ¿Lo hago a Cuba? ¿Reúno el dinero robado en un paraíso fiscal? No podría permanecer en Venezuela, mi valiente timonel, después de años humillando a los venezolanos, encarcelándolos caprichosamente, torturándolos y asesinándolos de acuerdo a mis caprichos y a los de mi guerrillera esposa. He estado pagando y financiando a partidos políticos afines en el exterior mientras los supermercados permanecían vacíos. Entre tú y yo, imitándote, amado timonel, he robado todo lo que ha pasado ante mis ojos, que ha sido mucho. He establecido un sistema de corrupción y narcotráfico que se puede desmoronar por ese carajo de las urnas. Para colmo, está lo de Argentina, que han ganado los liberales a nuestra cómplice, y Argentina tiene mucha influencia en América. Si después de caer la Fernández se desploma la revolución en Ecuador, en Bolivia, en Nicaragua... ¿qué salida me queda, sabio timonel y guía de mis actos? ¿Sigo matando? ¿Me hago fuerte en Miraflores? ¿Ordeno a los aviones de La Carlota que despeguen para bombardear Caracas? Dime algo, timonel de mi vida, dime algo»...
Adelante, Lilian. No sólo Venezuela. El mundo libre está de tu lado y apoyando, con más cobardía unos que otros, tu esfuerzo. No todo es Siria y el terrorismo islámico. En América, en un gran país, el terrorismo desde el poder intenta aplastar a su pueblo y silenciar las voces que exigen la libertad. Y como no pueden con las palabras, lo hacen a tiros, mientras en Europa consideran que aquello está muy lejos y en España un partido político recibe dinero de los tiranos.
¿Qué carajo hago, timonel?
✕
Accede a tu cuenta para comentar