César Lumbreras
Refugiados, populismo
Días atrás un alto cargo comunitario me decía en Bruselas, medio en serio, medio en broma, que «me jubilaré aquí, suponiendo que esto siga existiendo». Con «esto» se refería a la UE. Creo recordar que es la primera vez que escuchaba de boca de uno de los que viven en la «burbuja de Bruselas» este temor. Argumentaba que la crisis de los refugiados es el problema más importante que tiene en estos momentos la UE, porque está sometiendo a una dura prueba algunos de sus principios fundamentales, como el ser tierra de acogida y el respeto de los derechos humanos. Según las informaciones, buenas por el puesto que ocupa, la cosa va a ir a más y la gestión hasta ahora, incluido el acuerdo alcanzado ayer en la Cumbre Europea, ha sido bastante errática. Incluso ha terminado afectando a la «fortaleza Merkel», que el domingo pasado recibió un duro correctivo en las elecciones celebradas en tres regiones. La suma del problema de los refugiados y las consecuencias de la crisis económica ha hecho que surjan en varios países nuevos partidos y movimientos populistas, que impiden la formación de Gobiernos estables. Es el caso de España, Irlanda y Eslovaquia. En esta última un partido dice que no quiere nada con la UE, ni las obligaciones que eso supone, ni tampoco su dinero. En Portugal es como si no tuviesen Ejecutivo. Un ministro del partido socialista reconocía recientemente que no puede mover un solo papel sin que antes lo hayan visto sus socios de coalición pertenecientes a grupos de extrema izquierda, lo que tiene la actuación gubernamental paralizada. Por si esto fuera poco, todo lo anterior va a pasar factura en las próximas elecciones francesas, con la extrema derecha del Frente Nacional subiendo. Además, habrá que estar atentos a los comicios en Alemania y a lo que suceda en el Reino Unido con el «Brexit». Desde luego no es el panorama más alentador para el futuro de la UE tal y como la conocemos.
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