Elecciones Generales 2016

Resistió y ganó

La Razón
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Ver andar a Rajoy el sábado de reflexión por los jardines de La Moncloa fue todo un mensaje. El paso acelerado del presidente era el poso de café apuntando al «A favor» con el que ha encarado el PP la campaña. Presagiaba buenas nuevas. Así ha sido. Los españoles, a la segunda, han reconocido más aún su trabajo. Los votos han sonreído a los populares. Ha ganado el PP con claridad. Sí, ha ganado las elecciones. Pero, además, esos 137 diputados se antojan una mayoría suficiente como para que Rajoy pueda continuar marcando el paso de España, lo que no es poco después de los cuatro años largos que ha tenido que vivir en su cargo. Después de dos victorias ningún partido puede negarle su derecho a gobernar.

Desde 1977, el presidente del Gobierno ha salido siempre de entre los diputados del partido más votado. Esto se truncó con el 20-D, cuando el líder de la lista más votada ni siquiera pudo presentarse a la investidura por el veto de todos contra él. Ello condujo al fracaso que supone una repetición de elecciones. Pues bien, aunque los de Rajoy no hayan obtenido la mayoría absoluta, su victoria (con el colchón de los 32 diputados de Albert Rivera) debería desaconsejar que un bloque de todas las izquierdas y de independentistas de diferente pelaje se convierta en un torrente de negación que lleve a España a otra legislatura fallida.

De los 11 comicios generales celebrados (sin contar el de ayer y el del 20 de diciembre), en seis de ellos el presidente que resultó elegido sólo había obtenido mayoría simple. Es cierto que muchas cosas han cambiado en la política. Pero aunque algunos se inclinen (siempre que les interesa) por defender el sistema representativo hasta extremos estrambóticos, nadie entendería otro frente anti-PP para cambiar la voluntad de los españoles.

Ver la cara de satisfacción de los populares en Génova 13 muestra lo sabroso que ha sido su triunfo. Han salvado el partido después de años duros. Y estas últimas semanas de incertidumbre han sido especialmente amargas. Un pacto entre Rajoy y Rivera tendría que marcar el rumbo de los próximos años: un acuerdo que permita culminar la recuperación económica y aborde la modernización y regeneración de las instituciones y de la vida política. Muchos expresábamos nuestras dudas ante la desmovilización para el centro derecha que suponía su división. El propio PP lo ha hecho en la campaña. Pablo Casado pedía este domingo no dividir el voto moderado mientras el hashtag #PPvotoUtil inundaba las redes sociales. Pues sí, esta vez el mensaje de Rajoy, «O yo o Podemos», en las dosis justas, ha hecho que nadie escurriese el bulto para luego arrepentirse.

A estas horas hay unanimidad a la hora de alabar la campaña que ha hecho el PP y que ha servido para romper la tendencia descendente que llevaba en los diferentes procesos desde las europeas. Desde entonces, una parte de los españoles había pasado una enorme factura personal a Rajoy, culpándolo de la lejanía de los populares en los momentos más duros de la crisis. Sin embargo, han decidido que ya lo habían castigado bastante y era la hora de no seguir jugando con votos «a la contra» que al final machacan al ciudadano, que soporta la inexperiencia y las «ocurrencias» de los que buscan «asaltar el cielo» sin haber logrado poner en orden sus ideas. En los españoles ha pesado mucho la acción económica del Gobierno del PP, claro: su garantía de estabilidad frente al salto por el acantilado, su moderación como contrapunto al radicalismo de quienes viven pendientes de su ideología excluyente. Todo eso ha propulsado a Rajoy hasta el número «mágico» de diputados que debería disipar cualquier ocurrencia de los demás para alcanzar una investidura que no les permitiría gestionar el poder. Hay que felicitar también a Jorge Moragas y a su equipo de campaña.