Podemos

Solemne gilipollas

La Razón
La RazónLa Razón

No seré yo quien reclame derechos de autor, porque sonaría a desfachatez, pero les confieso que me sentí representado el pasado jueves, cuando tras una de las gracietas de Pablo Iglesias, el ciudadano Albert Rivera exclamó «¡Vaya gilipollas!». Estoy seguro de que coincide conmigo un montón de gente, pero la realidad es que en España se puede hacer carrera, conseguir abundante clientela política y hasta prosperar siendo un capullo de cuidado. No comparto la tesis de los que repiten estos días que Mariano Rajoy debería haber estado mucho más duro con el líder de Podemos y recriminan a nuestro flamante presidente el tono condescendiente y socarrón con el que despachó al de la coleta. Rajoy, que de la condición humana en general y de la de los españoles en particular sabe mucho más que ninguno de los que tiene enfrente o al lado, cometería un tremendo error si se pone tieso, adusto o circunspecto. A cada cual lo que le corresponde y al cursi de Pablo Iglesias, experto en solemnizar majaderías, lo que le tocaba y probablemente le seguirá tocando lo que dure esta legislatura son unos pases, con la punta del capote como acostumbra a darle el líder del PP. Sin ponernos trágicos, distinta debería ser la actitud de los periodistas, porque no somos políticos sino otra cosa y nuestras obligaciones con la sociedad son muy diferentes. Es innegable que, desde hace tres años, los medios de comunicación dan a Podemos y a sus dirigentes una masiva exposición, retransmitiendo sin parar sus declaraciones, discursos y comentarios, sin filtros ni la mínima verificación de datos. Suelta la novia del jefe que tiene amigas que han tenido que emigrar en masa al extranjero y a las que no se atiende en la Seguridad Social cuando visitan Madrid y a nadie se le ocurre demandar nombres, lugares o culpables de tamaña atrocidad médica. Lo mismo que si sus subalternos denuncian miles de desahucios, recortes en Educación o violaciones callejeras de derechos humanos.

Si esto solo afectase a Podemos, no sería grave, pero mucho se aplica también a independentistas, periféricos, antisistema y zarrapastrosos de todo tipo. Uno puede entenderlo en ciertos medios, donde manda la cuenta de resultados, pero es que en este juego entra con regularidad hasta RTVE, cuyo entusiasmo por entrevistar a los que abogan por cargarse la Constitución del 78, la unidad de España o el bien común es más que notable. Y de reproducirlo a todas horas. Insólito.