España

El PP de Madrid debe mirar al futuro

La Razón
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Las penosas circunstancias en que se ha producido la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, no cambian el hecho de que estábamos ante una renuncia inevitable, como reconoció ayer la propia Cifuentes, una vez que el partido Ciudadanos había decidido apoyar la moción de censura presentada por los socialistas madrileños. Sin duda, la mala gestión de la polémica de su máster, plagada de contradicciones y que ha acabado por salpicar a una Universidad tan prestigiosa como la Rey Juan Carlos, desaconsejaba mantener el enroque de la expresidenta, pese a que se pueda compartir la reluctancia legítima de muchos líderes del Partido Popular a plegarse a las exigencias de un socio que, alentado por las encuestas, busca sin el menor recato que el PP llegue a las próximas citas electorales con el mayor desgaste posible. En este sentido, la estrategia de forzar a Albert Rivera a retratarse entregando la Comunidad de Madrid a la izquierda radical, como se propugnaba desde algunos sectores populares, suponía un perjuicio implícito para los ciudadanos de la región, a los que se empujaba al riesgo de una gestión apresurada y espasmódica de un Gobierno minoritario del PSOE, que estaría necesariamente condicionado por Podemos. Sería la repetición, en suma, del modelo que sufre la capital de España, donde la coalición de podemitas y socialistas ha sido incapaz de cumplir un programa y de agotar los presupuestos, amén de haber paralizado por razones meramente ideológicas proyectos de modernización urbanística decisivos para el futuro de la ciudad. Tal vez, el reproche que se le puede hacer a Cristina Cifuentes sea, precisamente, que no haya gestionado el tiempo político de su dimisión, cuya decisión ya tenía tomada, por un prurito menor de celebrar como presidenta la fiesta oficial de la Comunidad de Madrid, el próximo 2 de mayo. En cualquier caso, como señaló ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, toca ahora al Partido Popular de Madrid centrarse en el futuro, recomponer sus filas, no dejarse desmoralizar por la afectada sobreactuación de una oposición que creía tener al alcance de la mano lo que no le habían concedido las urnas y ponerse manos a la obra, haciendo valer los frutos de una gestión de Gobierno, como la que han llevado a cabo Cristina Cifuentes y sus antecesores, que, con todas las dificultades de una época convulsa como la que ha tenido que superar la sociedad española, en medio de una de las mayores crisis económicas y financieras de la historia reciente, ha hecho de la Comunidad de Madrid la región más desarrollada de España, donde más ha crecido el empleo, más se ha reducido la presión fiscal, más ha aumentado la inversión productiva internacional y se ha mantenido el excelente nivel de sus servicios sociales, con la Sanidad y la Educación a la cabeza. El Partido Popular madrileño debe reafirmarse, pues, en lo que representa su trayectoria para la mayoría de los ciudadanos y afrontar con decisión y sin complejos las próximas citas electorales. Entendemos el desconcierto que haya podido producirse entre sus filas ante hechos indeseables. Pero la renuncia de Cifuentes, que, hay que insistir en ello, ha venido forzada por circunstancias ajenas a su gestión, no invalida lo conseguido en la comunidad madrileña, que tiene el desafío de seguir creciendo como una de las regiones europeas con mejores estándares de vida y de convertirse en la gran locomotora económica de España. El discurso de la catástrofe que desarrolla la oposición no resiste el menor contraste con la realidad y esa es la mejor baza con la que contará el sucesor de la dimitida presidenta.