Guerra en Irak
La caída de Mosul sólo es el principio
La liberación de Mosul por parte del Ejército de Irak ha puesto punto final a una durísima batalla de nueve meses. La feroz resistencia del Estado Islámico (EI) convirtió una operación militar que debía durar dos meses en una contienda más duradera que el cerco a Stalingrado que enfrentó al Ejército soviético y la Alemania nazi. El balance final incluye miles de muertos, una ciudad reducida a escombros y miles de refugiados que lo han perdido todo. Es cierto que la victoria aliada sobre los yihadistas es motivo de celebración, pero el alto precio pagado y las incertidumbres que nos aguardan en el horizonte son factores a tener en cuenta. El autoproclamado Califato del Estado Islámico en Siria e Irak ha perdido en tres años el 60 por ciento de su territorio, lo cual, sin duda, se trata también de una buena noticia, aunque no exenta de interrogantes. ¿Dónde se reagruparán ahora los terroristas? No es coincidencia que el califato menguante haya redundado en un aumento significativo de los ataques terroristas en países occidentales, sobre todo en Europa. Esta realidad nos lleva a concluir que el EI está muy lejos de ser una amenaza anulada. Su predicamento entre ciertos sectores de la población musulmana y su capacidad de reclutamiento lo convierten en un grupo letal para nuestros valores y nuestra forma de vida. La victoria en Mosul puede ser el principio del fin, pero conviene no bajar la guardia ni un minuto porque este enemigo no da tregua.
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