Cádiz

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La Razón
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La XXII Cumbre Iberoamericana arrancó ayer en Cádiz con el mayor número de jefes de Estado y de Gobierno de las últimas ediciones. El encuentro está marcado por la crisis económica que afecta especialmente a Europa, pero que también condiciona a los países de la comunidad hispana como corresponde a un mundo globalizado. De ahí que los discursos inaugurales del Rey y del presidente Rajoy incidieran en una misma idea: la de potenciar la presencia de una pujante Iberoamérica en una Europa en crisis a través del puente natural entre ambas orillas, que es España. Asimismo, el contenido de la Declaración de Cádiz, que será aprobada por los mandatarios al término del encuentro, demuestra que la principal preocupación y la máxima prioridad de los países es la economía. Aunque el texto no es legalmente vinculante, sí recoge la voluntad política de los gobiernos en torno a las recetas para superar la adversidad financiera. Los países iberoamericanos defienden políticas que combinen austeridad y crecimiento para facilitar la creación de empleo, el fortalecimiento de los mercados regionales y la proyección de las pymes. Para España y Portugal, la comunidad iberoamericana, con algunas de las economías emergentes más relevantes, supone una oportunidad única para sostener la recuperación. Las sinergias entre las dos orillas del Atlántico pueden permitir un intercambio fluido para el desarrollo de proyectos en América por parte de las empresas españolas y lusas. En este punto, conviene tener presente que parte del éxito americano, y no menor, corresponde a España que, en época de vacas flacas para el continente, apostó por los países hermanos con grandes inversiones en banca, telecomunicaciones, energías e infraestructuras, además de unas aportaciones en fondos de cooperación que han sumado más de 15.000 millones de euros en los últimos diez años. Unas inversiones que han sido causa y efecto, al mismo tiempo, de los grandes avances en el desarrollo político e institucional en aquellas repúblicas que, con escasas excepciones y pese al brote de sarampión populista que ha supuesto el movimiento bolivariano, se han dotado de mecanismos que garantizan la seguridad jurídica y el afianzamiento del Estado de Derecho. Es cierto que casos como la expropiación de una parte de Repsol en Argentina y otras de menor cuantía en Bolivia o Ecuador no contribuyen precisamente a la confianza mutua y a incrementar las inversiones. No obstante, ahí radica precisamente la necesidad y la importancia de estas cumbres iberoamericanas, auténticos foros de aproximación, diálogo y cooperación, como demuestra la creación de un Centro de Arbitraje para para solucionar conflictos entre empresas. Toca más Iberoamérica y así se certificó en Cádiz.