Ya sólo el PSOE necesita a Franco vivo

Cabría preguntarse qué quedará ideológicamente de la izquierda socialista española una vez que acepte la evidencia de que la Guerra Civil terminó hace 76 años, de que Francisco Franco murió en 1975 y de que el franquismo se extinguió en 1977, con las primeras elecciones libres. No es una cuestión baladí, puesto que la actual desorientación del PSOE frente a un mundo complejo en su globalidad, que desecha por inútiles las ideologías de clase y el totalitarismo de Estado, es uno de los problemas políticos más acuciantes a los que se enfrenta la sociedad española. Comienza a abrirse paso la idea de que mantener a Franco vivo no es sólo una argucia electorera para deslegitimar a una derecha que hace mucho que sólo existe en el imaginario de la izquierda rancia, sino que es el único escenario –el de la historia ficción–, en el que muchos socialistas encuentran algún sentido a su existencia. Pero ni el revisionismo orwelliano, ni la depuración de los callejeros, como la que pretendían acometer, una vez más, en el Ayuntamiento de Madrid, sirven para transformar la realidad de un partido cuyos fundamentos ideológicos y políticos se han hecho tan eclécticos que lo mismo sirven para apuntalar a los antisistema que para respaldar las fórmulas del capitalismo neoliberal.