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Parresía

¿Nobel de la Paz?

Una sensación de paz quebradiza y frágil, pero paz, al fin y al cabo, se palpa ya en la plaza de los rehenes de Tel Aviv y a lo largo de la devastada franja de Gaza

Lo de Oriente Próximo es un conflicto que nace de una situación histórica muy concreta y que, lamentablemente, no se ha solucionado en décadas. Partamos de esa base. La semana pasada, desde este rincón, os escribí que materializar un plan de paz y de consenso sobre Gaza, tal y como están las cosas ahora, me parecía complicadísimo y que, por lo tanto, Donald Trump iba a tener que esperar para hacerse con el Nobel de la Paz por su gestión mediadora con israelíes y palestinos.

Pero ahora mismo, mientras me lees, me quito el sombrero. Resulta que el mundo entero asiste a un logro innegable del presidente estadounidense y de su equipo. Y si ese logro llegara a asentarse a medio plazo, desde aquí os diría que sí, que yo aparcaría el pasado odioso y chabacano del presidente Trump y hasta aplaudiría que el comité noruego del Nobel le dé ese gusto que persigue, ese reconocimiento público que tanto ansía. Pero este año no, mejor lo dejamos para el próximo, cuando Trump nos demuestre que es verdaderamente un hombre de paz y, además de las ocho guerras que dice haber solucionado, nos arregle la de Ucrania y, por extensión, la otra guerra híbrida que nos hace Putin a los europeos. ¿Sería mucho pedir?

Si todo sale como Estados Unidos quiere, Gaza se convertirá en una tierra de oportunidades para multimillonarios, incluida la marca Trump. Pero quedémonos en el presente, en estas primeras horas de incertidumbre. Una sensación de paz quebradiza y frágil, pero paz, al fin y al cabo, se palpa ya en la plaza de los rehenes de Tel Aviv y a lo largo de la devastada franja de Gaza. En cuestión de horas veremos escenas emocionantes... ¿Qué nos explicarán, si pueden, los pocos rehenes de Hamás que siguen vivos? Les veremos reunirse con los suyos mientras otros 2.000 palestinos, entretanto, salen de prisiones israelíes para regresar a sus respectivos hogares, si todavía siguen en pie. Veremos incluso a Donald Trump en la zona; habrá show. Nos esperan horas apasionantes ahí fuera.

Por aquí, mejor no prestar demasiada atención. De las maneras del exministro Ábalos y compañía dan buena cuenta los informes de la UCO. Del dinero en sobres que se repartían, con el sello del PSOE –¿de dónde salía el dinero?– aún no tenemos toda la información. Y por fin, alguien ha dimitido (había sobrados motivos). Más que oportuno el cese de la consejera de Salud de Andalucía por los cribados defectuosos de cáncer de mama, que tantos dolores de cabeza está causando en el PP andaluz. Ya podrían tomar nota la ministra de Igualdad –la de las pulseras antimaltrato– y, cómo no, el presidente valenciano, Carlos Mazón.