Y volvieron cantando
Opositora con coche oficial
Mónica García ha asumido también los peores vicios de un Ejecutivo huérfano de apoyos parlamentarios, de ahí su pasado intento de regular las alternativas al tabaco sin pasar por el Congreso
Es evidente que Mónica García no va a pasar a la historia como una de las mejores ministras de Sanidad. Su nombre más bien quedará arrumbado entre los titulares de este departamento –de competencias, dicho sea de paso, ampliamente transferidas– como una amarga anécdota entre el elenco que suele brindarnos nuestra política. No poco tiene que ver con la obstinación de situar en un segundo plano la gestión del Gobierno en favor de la utilización de todos los recursos que le confiere la potencia de tiro del Consejo de Ministros para hacer oposición, especialmente a comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular y de manera más específica a las de Madrid –siempre el Madrid de Díaz Ayuso– y Andalucía.
Mientras el colectivo de médicos –esos a los que decía defender desde la Asamblea madrileña– clama en las calles contra la falta de sensibilidad del Ministerio y contra el estatuto marco que deja a los facultativos a los pies de los caballos, la ministra ha decidido erigirse en punta de lanza del Gobierno contra la administración madrileña a cuenta del redivivo falso debate sobre el aborto y en especial –porque esto sí que se ha convertido en filón electoral de la izquierda– contra el ejecutivo de Juan Manuel Moreno a propósito de los errores en un cribado de pruebas del cáncer que podría convertirse –y esto lo afirmo yo– en lo más parecido a un Waterloo del presidente andaluz si el entuerto no se gestiona con especial transparencia y rapidez frente a la barricada levantada por la oposición con el aliento del Ministerio de Sanidad y su nada despreciable caja nacional de resonancia.
Mónica García ha asumido también los peores vicios de un Ejecutivo huérfano de apoyos parlamentarios, de ahí su pasado intento de regular las alternativas al tabaco sin pasar por el Congreso y volviendo a abusar del Real Decreto, evitando el debate sobre una cuestión no precisamente menor. La ministra, cuota de Sumar en el gabinete de Sánchez y pegada al sillón con las mismas energías que su «jefa» Yolanda Díaz pase lo que pase, no ha cejado en su hostigamiento a Díaz Ayuso con nulos resultados encuestas en mano, pero lo de Moreno en Andalucía sí le brinda todo un elenco de alternativas para el enredo. Sin Presupuestos Generales ni capacidad de gestión, toca algo tan gratificante como opositar a bordo del coche oficial.