Restringido
Economía para septiembre: El siete tiene la clave
El faraón tuvo un sueño. Por el Nilo subían siete vacas gordas de hermoso aspecto, detrás aparecieron otras siete flacas y enfermizas. Éstas se colocaron junto a las primeras y las devoraron. El faraón repitió el sueño con siete espigas de trigo con idéntico resultado. Al final, fue José, un esclavo hebreo, el que dio con el significado: tras siete años de abundancia llegarán otros siete de penuria. Pues bien, en este mes se inicia lo que será el séptimo año de la crisis. En agosto de 2007 comenzó la Gran Recesión. Las bolsas vivieron entonces la primera semana de zozobra. Los principales Bancos Centrales del mundo intervinieron para inyectar liquidez a las entidades financieras. No fue la última vez. Aparecieron en escena el G-20, el FMI y la OCDE con sus retardados diagnósticos. Adquirieron notoriedad los Ecofin, los Eurogrupos y los rescates. En aquel agosto se popularizaron las «subprime». En la primavera ya se había detectado algún que otro «cortocicuito» en el sistema hipotecario estadounidense, rápidamente aislado por los grandes bancos de inversión, como cuenta Michael Lewis en «La gran apuesta». El «manguerazo» de dinero de la FED, del BCE y otros bancos centrales amortiguó el incendio pero éste no se extinguió. La crisis financiera era como el fuego de turba, las llamas avanzaban por la profundidad del sistema consumiendo todo lo que encontraban hasta saltar a la superficie un año mas tarde, aquí con un intenso desempleo, en el planeta con la quiebra de Lehman Brothers. El resto lo conocemos. Zapatero y, el entonces gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, gritaban «aquí no hay subprime», cuando el crédito-basura concedido a los promotores inmobiliarios devoraba las cajas de ahorro, los ingresos fiscales se hundían y el déficit público alcanzaba dimensiones de agujero negro astronómico. Después de seis años de crisis, la tímida recuperación es «flor de invernadero», según el ministro de Economía, Luis de Guindos, y es casi inexistente para el FMI, al que no hay que hacerle mucho caso, según el «Wall Street Journal». Hay indicios de reactivación en el empleo, aunque sea temporal y «por horas», y éste puede ser uno de los mejores veranos de la historia del turismo. Las exportaciones aumentan al 8% mientras la confianza de los consumidores mejora y se duplica en un año. Sin embargo, muy grande debe ser el invernadero para que crezcan flores y espigas suficientes que den de comer a las siete vacas de la recuperación. El Gobierno deberá seguir regando con reformas y esperar que Bernanke y Draghi mantengan sus «manguerazos» de liquidez para saciar la enorme sed de crédito.
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