Restringido
Hillary, a dieta para conquistar la Casa Blanca
La mujer de Bill Clinton se pone en manos del doctor Mark Hyman para recuperar su figura de cara a las elecciones de 2016
Cuando a David Cameron le preguntaron cuál era su propósito de año nuevo, contestó sin dudar: «Quiero perder peso. Ese es mi objetivo principal». Aficionado al tenis y al «jogging», el primer ministro británico sabe, como también lo saben el resto de sus colegas políticos, el peso que tiene la imagen en este ámbito. Ahora es Hillary Clinton la que empieza una carrera acelerada hacia las altas esferas de la política, y tras años de experiencia a la luz de los focos, ha decidido mejorar su imagen personal poniéndose en manos del doctor Mark Hyman, el gurú que en 2010 ayudó a su marido, Bill Clinton, a perder 10 kilos en dos años gracias a una dieta vegana que logró que mejorara su salud tras los problemas cardiacos que sufrió en 2004.
Más peso tras perder contra Obama
Los vaivenes de peso de la ex secretaria de Estado de EE UU son mundialmente conocidos. En la actualidad los expertos opinan que la aguja de su báscula superaría los 95 kilos, si bien en su época de primera dama era considerada como una mujer sexy y atractiva. Los mentideros con más malicia aseguran que, tras perder las primarias del Partido Demócrata contra Barack Obama en 2008, dejó de cuidarse y fue descuidando su imagen de forma paulatina, ganando peso cada año. Otros atribuyen su aumento de talla al estrés que experimenta al frente del equivalente a la cartera de asuntos exteriores en España. Sin embargo, al parecer Hillary no pierde la esperanza de sentarse en el despacho oval algún día y es la favorita para la nominación demócrata de 2016, razón por la que habría decidido ponerse en forma otra vez. Según el «New York Post», Hillary Clinton acudió el pasado domingo al exclusivo restaurante West Street Grill de Connecticut –a una hora de su residencia–, donde disfrutó de un saludable plato de salmón a la plancha y un poco de fruta mientras discutía con Mark Hyman cómo sería su puesta a punto. «La gente pierde peso cuando gana salud. Ser candidata a la presidencia de Estados Unidos es un trabajo muy exigente, necesitas estar en buena forma», declaró el doctor a la emisora Boston Herald Radio. «De hecho, los rigores de la campaña se han cobrado a más de un candidato, pero Hillary es una mujer poderosa». La dieta que propone el autor del best-seller «The Blood Sugar Solution» («La solución del azúcar en sangre» en español, el libro que, según sus propias palabras, ayudó a Bill Clinton a hacer «cambios drásticos» en su dieta y en sus rutinas de ejercicio) es relativamente sencilla de llevar a cabo: propone hacer media hora de ejercicio al día –caminar es suficiente–, un programa de relajación y respiración diario y un baño «UltraDetox» (a base de sales, aceite de lavanda y bicarbonato de sodio) que ayuda a combatir la ansiedad al final de día. Como en casi todas las dietas, están prohibidas las harinas, los azúcares, el café y el alcohol, además de todas las grasas saturadas, los conservantes y los aditivos. El doctor Hyman recomienda disminuir al máximo el consumo de hidratos de carbono, sobre todo si no se realizan ejercicios intensos de cardio. La contra fundamental de este régimen es que exige comprar, en la misma página web del «gurú de la salud», multitud de productos y suplementos para que el régimen sea plenamente eficaz: multivitamínicos, fibra en polvo, controladores del apetito, batidos de proteínas... Aun así, Hyman defiende que ha descubierto «la ciencia de crear salud usando la comida como medicina».
Merkel y el maquillaje
Hillary Clinton no es la única que se ha visto obligada –o, al menos, condicionada– a cambiar su imagen para conseguir un puesto de poder en política. Durante sus años como ministra, primero de Mujer y Juventud y después de Medio Ambiente, Angela Merkel lucía un «look» mucho menos femenino, sin maquillaje y sin su estudiado corte de pelo actual. La ahora canciller alemana no le daba tanta importancia a su apariencia, hasta que en 2005 decidió presentarse a la cancillería federal. Fue entonces cuando adquirió su imagen actual –que ha permanecio prácticamente invariable desde entonces– de mujer poderosa y decidida.
A pesar de todo, la mujer de Bill Clinton no ha tomado esta decisión sólo por imagen o por el bien de su carrera política. El 30 de diciembre del año pasado, los médicos le descubrieron un coágulo sanguíneo en una vena situada entre el cráneo y el cerebro, detrás de la oreja derecha, razón por la que fue ingresada en el Presbyterian Hospital de Nueva York para someterse a un tratamiento con anticoagulantes. Desde entonces ha tratado de cuidar su alimentación con una dieta baja en sal y rica en cereales que ahora sustituirá por los consejos del gurú que ayudó a su marido.
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