Abusos a menores
El Papa aparta al cardenal Ezzati
Francisco acepta la dimisión del arzobispo chileno, imputado por encubrir abusos sexuales
Francisco acepta la dimisión del arzobispo chileno, imputado por encubrir abusos sexuales.
La limpieza en la Iglesia chilena continúa. En aquel país empezó el calvario de los abusos sexuales para Francisco, cuando habló de «calumnias» para referirse a las denuncias contra un obispo acusado de encubrir abusos sexuales, pero también en Chile es donde se está evidenciando una acción más profunda. En una medida sin precedentes, 34 obispos chilenos presentaron el año pasado su renuncia al Papa, que ya ha dado el visto bueno en ocho de los casos. Se trató de un acto ejemplar para extirpar el problema de raíz. Mientras que ayer el Pontífice aceptó la dimisión del cardenal y hasta ahora arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, acusado también de ocultar varios delitos de pederastia. Ezzati ocupaba el más alto cargo de la Iglesia chilena.
Los cardenales presentan su renuncia a los 75 años. De modo que Ezzati, de 77, llevaba ya dos años de prórroga. Sin embargo, la decisión se produce sólo un día después de que la Corte de Apelación chilena rechazara la petición de sobreseimiento sobre los casos en los que está implicado. El ya ex arzobispo de Santiago tendrá que responder ante la Justicia inculpado de encubrir a tres sacerdotes que habría cometido abusos sexuales con menores y también con adultos. Además, a diferencia de la mayoría de estos episodios, los hechos no ocurrieron en un pasado lejano, sino que algunos de ellos se produjeron hace menos de una década.
Ezzati mantendrá, por el momento, su título de cardenal, aunque se sentará en el banquillo desposeído de sus funciones. También ayer la Fiscalía Nacional de Chile confirmó que el número de casos de abusos sexuales investigados en la Iglesia de aquel país aumentó hasta 219. Y lo hizo después de que el Vaticano les enviara un dossier tras la petición de la Fiscalía.
Ezzati no sólo era uno de los hombres con más poder en la Iglesia católica chilena, sino que se había convertido en el símbolo de un fenómeno extendido en este país para las víctimas de abusos sexuales. Juan Carlos Cruz, uno de sus portavoces más mediáticos y desde hace algunos meses muy cercano a Francisco, había pedido su dimisión en numerosas ocasiones. «El cardenal Ezzati representa todo aquello contra lo que hemos luchado durante años, en especial la cultura del abuso y el encubrimiento que ha dañado tantas vidas en nuestro país y en el mundo», manifestó ayer Cruz en redes sociales. También la Conferencia Episcopal de Chile sostuvo que la renuncia del cardenal, aceptada por el Papa, es una oportunidad para «corregir» y «abrir nuevos caminos» en la Iglesia de este país.
El caso de Ezzati contrasta con la forma de tratar otros episodios similares en el Vaticano. Recientemente, el cardenal australiano George Pell fue condenado a seis años de prisión por abusos sexuales, ante lo que Francisco se mostró muy cauto. Le prohibieron ejercer temporalmente el sacerdocio, pero no ha sido expulsado, a la espera de sentencia firme. Aún más llamativo es el caso del cardenal francés Philippe Barbarin, quien esta semana acudió al Vaticano para presentar su dimisión tras haber sido condenado a seis meses de cárcel por haber encubierto abusos sexuales cuando era sacerdote. Bergoglio ni siquiera aceptó la renuncia remitiéndose a la presunción de inocencia. Como en los casos mencionados, Ezzati también se declara inocente, pero la percepción desde el Vaticano no es la misma.
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