Astronomía
El Vaticano también mira a las estrellas
El observatorio astronómico de la residencia papal lleva en funcionamiento desde 1891.
El observatorio astronómico de la residencia papal lleva en funcionamiento desde 1891.
Fijando la vista en el suelo dan ganas de perderse a buscar en lo alto. En el espacio mundano están los jardines de Castelgandolfo, residencia veraniega de los papas. Unos metros por encima, una cúpula abatible se abre bajo el primer gran telescopio adquirido por la Santa Sede. Llegó aquí a principios del siglo XX, en plena exploración de los límites humanos, cuando los estados se propusieron conocer el universo.
El observatorio astronómico vaticano nació en 1891 bajo el pontificado de León XIII. «Por un lado, la Iglesia quería mostrar que ama la ciencia, pero por otro los historiadores explican que el Vaticano no se podía quedar atrás en esta carrera», cuenta Paul Mueller, vicedirector de la institución. 18 países pusieron en marcha un proyecto llamado «Carte du ciel», un «Tratado de Versalles del Universo», por el que los países se repartieron el espacio estelar.
En el Vaticano, las encargadas de estudiar una a una las placas que retrataban unas 50.000 estrellas fueron cuatro monjas del Instituto Maria Bambina de Milán. Los resultados se fueron almacenando en la biblioteca de estas instalaciones, compuestas por cuatro telescopios y un museo. «No la hemos descubierto hasta ahora, pero en un universo tan grande mi impresión es que es muy probable», señala el vicedirector del organismo. Por desgracia, desde estos telescopios ya no es posible mirar al espacio debido a la alta contaminación lumínica. Tan sólo sirven para el estudio, actividad didáctica y visitas guiadas para los turistas, que a partir del próximo verano podrán realizarse también por la noche. Ahora el Vaticano ha externalizado su mirada al universo a Tucson.
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