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Procesiones que no se ven
Además de las manifestaciones públicas de la fe, las cofradías desarrollan a lo largo del año actividades formativas y asistenciales
Estos días miles de personas que pertenecen a distintas cofradías o hermandades de Semana Santa inundan nuestras calles. Son protagonistas en la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, momentos cúlmen de estos siete días y de todo el año para los cristianos. Pudiera parecer que todas estas organizaciones de fieles en torno a la piedad popular sólo se mantuvieran activas durante este periodo del año, pues su visibilidad pública es más acusada, pero nada más lejos de la realidad. En nuestro país, de norte a sur, son muchas las cofradías que mantienen a lo largo del año actividades de tipo formativo o caritativo y asistencial, además del culto. De hecho, son dimensiones que forman parte de su razón de ser. La procesión que no se ve.
Tanto es así que el Papa Francisco, en su exhortación apostólica «Evangelii gaudium» y tras reconocer la importancia de las manifestaciones de piedad popular, apunta que no se puede perder de vista la formación ni la promoción social.
En concreto, las cofradías de La Piedad y de la Preciosísima Sangre de Valladolid recogen desde que se inició la Cuaresma y hasta mañana Jueves Santo alimentos y productos para los más pequeños –leche, cacao, galletas, pañales...– que se entregarán a Cáritas para que los distribuya. A otro nivel, recogerán oraciones que se llevarán al Convento de las Descalzas. Allí, las religiosas las incorporarán a sus rezos.
También en Castilla y León, las cofradías de Zamora se vuelcan con los más necesitados con dos iniciativas relevantes. La primera, promovida por la Hermandad del Cristo del Espíritu Santo, es una campaña de recogida de alimentos y donativos para los más necesitados bajo el lema «No endurezcáis el corazón». La otra, en la que participan siete cofradías y hemandades bajo el título «Que la luz de Cristo ilumine el mundo», tiene por objetivo recoger todas las velas usadas durante los días de Semana Santa para enviarlas a la misión que las Hijas de la Caridad tienen en la periferia de Antananaribo, capital de Madagascar. Las velas se reparten entre las familias numerosas que carecen de electricidad y, por tanto, de luz.
En Sevilla, la Hermandad de la Esperanza de Triana destinó a actividades caritativas unos 103.000 euros, destinados a servicios asistenciales, becas para sacerdotes, atención a fundaciones, centros y asociaciones, ayudas a conventos, iglesias y parroquias... También organizaron recogidas de alimentos, de libros de texto, de ropa y de trajes para la Primera Comunión. Pero su proyecto estrella es el Centro de Apoyo Infantil Esperanza de Triana para niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Otra de las cofradías emblemáticas de la capital hispalense, la del Gran Poder, sostiene, en colaboración con Cáritas, un centro integral de empleo, en el que se realizan actividades de formación y orientación laboral para que los usuarios puedan lograr condiciones para trabajar.
Como en Valladolid, Zamora y Sevilla, otras muchas ciudades y pueblos de España conjugan perfectamente tradición y manifestación de la fe a través de las procesiones con la acción caritativa y social. No se pueden separar.
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