La sucesión de Benedicto XVI

Reforma contra reloj en la Capilla Sixtina

LA RAZÓN ofrece en exclusiva las fotos de los preparativos de la Capilla Sixtina, convertida ya en el escenario del cónclave que elegirá al próximo Pontífice. Una treintena de personas ultiman cada uno de los detalles, entre ingenieros, tapiceros y costureras que rematan el pavimento, mesas y sillas

La Guardia Suiza vigila las labores de acondicionamiento que se están realizando en la Sixtina
La Guardia Suiza vigila las labores de acondicionamiento que se están realizando en la Sixtinalarazon

Es impresionante ver la Capilla Sixtina transformarse en una obra en construcción, en plena actividad y bajo la mirada de Cristo representado por Miguel Ángel.

Ayer por la tarde, la Capilla Sixtina fue, de hecho, cerrada al público con el fin de permitir el trabajo necesario para el desempeño del Cónclave. Entre obreros que suben y bajan de los andamios, restauradores que retocan las paredes laterales –que hasta pocas horas antes estaban protegidas por paneles transparentes montañas de tornillos, una larga hilera de tubos y tablones de madera, cientos de lámparas para reemplazar–; hicieron su aparición las dos estufas de hierro fundido –una de 1938 y otra de 2005– . Todo ello, en medio de la curiosidad mediática de estos días. En una se quemarán las papeletas con los votos. En la otra, con los dispositivos correspondientes, se creará el humo negro o blanco que informará de los resultados de las votaciones individuales hasta que la elección se haya realizado. Inmediatamente después de quemar los votos, se colocarán a la izquierda de la entrada de la Capilla Sixtina. La elaboración de un pavimento de madera corresponde a los trabajadores de los Servicios Técnicos de la Gobernación de la Ciudad Estado Vaticano. Tendrá un espesor de entre 50 y 60 cm, que servirá tanto para proteger el original como para equilibrar algunos desniveles, así como los peldaños existentes, tal y como explica el ingeniero Roberto Mignucci, jefe del servicio de los laboratorios e instalaciones de la Dirección de los Servicios Técnicos de la Gobernación. En los trabajos participan diferentes trabajadores de la compleja maquinaria técnica del Vaticano: desde los laboratorios electrotécnicos a la construcción, pasando por el sector de fontanería y calefacción, talleres mecánicos, la carpintería... Hasta llegar a los técnicos de los Museos Vaticanos.

Cuando empiece el Cónclave será necesario garantizar la continuidad el servicio. Un esfuerzo especial tendrá que realizar el departamento de muebles y decoraciones, que se conoce como la Florería.

El ingeniero Paul Sagretti, que coordina el trabajo de la treintena de personas que se ocupan de los preparativos, habla de la complejidad del trabajo de revestimiento del suelo de madera. Se realizará con una alfombra de color beis de 500 m2. Se dedican a este trabajo cinco tapiceros, dos hermanas de la orden calasanciana y una costurera que, con una máquina de coser colocada al lado de la puerta de la Sixtina, une decenas de telas para hacer una sola pieza. Después se tienen que colocar en dos filas doce mesas de trabajo, mientras otra mesa más se reserva para la presidencia. También se prevé cubrir estas mesas con un paño beis y a los lados con un tejido de color amaranto. Las sillas para los cardenales son de madera de cerezo, cubiertas con tela de color marrón claro. En el centro de la Capilla se colocará una mesa de madera muy valiosa con el Evangelio en la que los cardenales prestarán juramento. Por último, ubicarán la silla que perteneció a León XIII, en la que se sentará el recién elegido Papa. Durante el Cónclave, algunos trabajadores de la Florería cuidarán el guardarropa y estarán listos para colocar la tela color amaranto –6 metros por 4– que se expondrá en la Logia de las Bendiciones de la Basílica de San Pedro, poco antes del anuncio del «Habemus papam». Dos agustinos de la Sacristía Pontificia serán de los pocos admitidos en las salas al que tienen prohibido el acceso las personas ajenas al Cónclave. Serán ellos, de hecho, los que preparen la misa que precede al Cónclave, que se celebrará en la adyacente Capilla Paulina, de la que después saldrá la procesión de los cardenales electores hacia la Sixtina.

Miguel Ángel vigila desde su bóveda

Los cardenales que participarán en el Cónclave escogerán al próximo Papa bajo la admiración que provocan las pinturas de la bóveda y el altar de la Capilla Sixtina. Una proeza de talento y de esfuerzo físico que consumió la vista de un artista, Miguel Ángel Buonarotti, un hombre que parecía que cincelaba sus pinturas. Pero la Sixtina es mucho más, es una Altamira del Renacimiento, un espacio que se mueve entre lo sagrado y lo artístico y que, como la cueva de Santander, recoge las historias sagradas. Los purpurados se reunirán bajo el ciclo histórico y religioso de la Humanidad. Desde la expulsión del Paraíso hasta el Juicio Final. Un juicio que Miguel Ángel pintó con severidad y en el que, como una advertencia, para estos hombres, se inluyó como una figura que tiene más de condenado que de salvado.