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Una oración llevó al milagro

El pequeño José Ignacio Ureta, ayer en Madrid, con sus padres y su hermano
El pequeño José Ignacio Ureta, ayer en Madrid, con sus padres y su hermanolarazon

Sin duda, uno de los principales protagonistas de la beatificación es el niño que la hará posible. Para José Ignacio Ureta, nacido en Chile hace 11 años, todo cambió cuando fue curado por intercesión del que fuera sucesor de San Josemaría Escrivá. El pequeño había sido diagnosticado de una hernia umbilical y una combinación de cuatro defectos cardiacos. Fue operado en 2003 y, a pesar de que parecía que todo iba bien, días más tarde sufrió una insuficiencia cardiaca aguda seguida de un paro cardiaco que hacía casi imposible que el niño pudiera sobrevivir. Entonces, su madre y su abuela rezaron a Álvaro del Portillo. «Le decía: "Ayúdame tú, que no te conozco mucho, y yo me voy a comprometer a acercarme más a la Iglesia''», contó ayer Susana Wilson, madre del niño, en rueda de prensa. Al tiempo que oraban, «todos los signos de José Ignacio mejoraban». Desde entonces, pasaron de ser una familia «de misa de domingo» y de católicos «por cumplir» a tener «un amor por Dios constante y profundo». Ahora, José Ignacio es un niño normal que se muestra agradecido por cómo el beato le ha cambiado la vida. El 18 de octubre de 2012, el Consejo de médicos de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano examinó el caso. Los médicos manifestaron dos aspectos de la curación: el hecho de que no se produjera ningún daño neurológico y la propia supervivencia del niño. Los peritos declararon ambos hechos «no explicables desde el punto de vista científico».