ONG
Una salve rociera con acento jordano para el Papa
Los preparativos de la acogida. Un coro de niños de los misioneros del Verbo Encarnado recibirán a Bergoglio con el canto romero
Están un poco inquietos y, por qué no decirlo, «revueltos». La hermana los llama al orden y se ponen en fila sin apenas rechistar. Uno de ellos afina la guitarra, otro se sitúa al teclado y el resto entona. De sus voces infantiles y aún sin definir nace una salve rociera que llega al alma. Y a ellos también: la canción fue elegida porque se ha convertido en una suerte de seña de identidad para ellos, un guiño en clave musical que les recuerda que la vida les ha dado una nueva oportunidad. Ayer estaban sólo alrededor de diez. Era el ensayo general. Pero hoy se les sumaran veinte más. Son los 30 niños que recibirán al Papa en su visita a las aguas del Jordán al son de la clásica melodía de la romería de El Rocío.
Se trata de los menores acogidos por la Misión de Nuestra Señora de la Montaña en la localidad de Anjara, a una hora en coche de Amán. Una zona designada en el año 2000 como lugar de peregrinación a Oriente Medio. Entre otros motivos, porque se menciona en la Biblia como el lugar en el que Jesús, María y los discípulos descansaron en sus viajes hasta Betania. La misión fue creada en 2004 por la orden de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado, de origen argentino. El trabajo social que realizan es impagable. Y es que dan una respuesta espiritural y material a las familias cristianas de Jordania. De hecho, estos niños que cantarán para el Papa quedaron huérfanos o pertenecen a hogares en exclusión social. Les proporcionan un cobijo, una educación y una fe. Además, cuentan con 220 estudiantes, con una cuota repartida entre cristianos y musulmanes. Y también han construido un centro de fisioterapia para menores con discapacidades.
«Estos niños nos han dado muchas alegrías. El más pequeño que recibimos tenía 11 meses. Y hoy, cuatro de ellos ya van a la universidad», comenta orgulloso el padre Hugo, que lidera la misión, y cuya obra en las periferias recuerda a los numerosos gestos mostrados hasta ahora por su compatriota Francisco hacia los más necesitados.
Cristina, de 14 años, es la encargada de pronunciar un discurso en español al Santo Padre. Da vueltas, se enfurruña y repite una y otra vez el texto. ¿Nerviosa? Sin duda. «Pero es hoy en el ensayo, mañana no lo estaré», dice.
✕
Accede a tu cuenta para comentar