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Votación exprés para designar al sucesor de Rouco

Votación exprés para designar al sucesor de Rouco
Votación exprés para designar al sucesor de Roucolarazon

Una elección rápida. Éste parece ser el objetivo de los 80 obispos que a partir de hoy participan en la 103ª Asamblea Plenaria que busca elegir al nuevo presidente de los obispos, llamado a acometer en España las reformas que el Papa Francisco busca para la Iglesia universal. Como señaló hace unos días un obispo a LA RAZÓN, «el Papa nos comentó a algunos la necesidad de contar con una Conferencia Episcopal que sea verdadero signo de comunión, que se note que todos vamos a una». Según esta premisa, respaldar con fuerza desde el inicio a un mismo candidato ayudaría a eliminar cualquier sombra de duda sobre una diferencia de sensibilidades en el seno del Episcopado español. De ahí que la votación de sondeo que tendrá lugar hoy por la tarde deje prácticamente claro el nombre de aquel que está llamado a sustituir al cardenal Antonio María Rouco Varela. Tanto es así que, según han comentado a LA RAZÓN algunos obispos, podría ser más que probable, que en la primera votación del miércoles por la mañana se confirme al nuevo presidente.

Es ahí donde la figura del arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, suena con más fuerza. Blázquez es un hombre de consenso, con experiencia al frente del Episcopado durante el trienio para el cual no pudo ser elegido el cardenal Rouco, precisamente con el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, en uno de los momentos de mayor respaldo popular y cuando ya gozaba de un apoyo significativo por los sacerdotes y la opinión pública en Bilbao, donde no fue acogido de una. Ya en aquella etapa, entre 2005 y 2008, dejó claro que él no era «político» ni buscaba serlo. Ejemplo de esta actitud dialogante fueron tanto el refuerzo de la figura del profesorado de Religión como el modelo de financiación de la Iglesia, que acabó con la ayuda directa de los Presupuestos del Estado. Blázquez delegó en el cardenal Antonio Cañizares esta tarea económica, mientras que Zapatero hizo lo propio con Teresa Fernández de la Vega. Este dato refleja el talante de trabajo en equipo de Ricardo Blázquez, que apuesta por el diálogo y la negociación como máxima antes que por la confrontación directa. Una máxima que también utiliza en su relación con los sacerdotes, religiosos y laicos de su diócesis, así como en el trato con el resto de obispos.

«De confirmarse, hará un tándem interesante con José María Gil Tamayo», aseguran quienes conocen tanto a Blázquez como al secretario general de la Conferencia Episcopal, único puesto que no se renueva en esta asamblea, pues asumió su cargo el pasado mes de noviembre, ya que la renovación se produce cada cinco años y no cada tres, como el resto de cargos de la Comisión Permanente del Episcopado. «La energía que muestra Gil Tamayo se complementa con el sosiego de Blázquez ante la opinión pública», explican. Para ser elegido presidente –al igual que ocurre con la vicepresidencia– es necesario ser obispo titular –esto es, se excluyen los 11 auxiliares–. Además, se necesita mayoría absoluta, esto es, la mitad de votos más uno. Si en las dos primeras rondas nadie obtiene la mayoría necesaria, tendrá lugar una tercera votación entre los dos prelados más votados. Con el nombramiento de Blázquez, que muchos dan por seguro, después de que él mismo no haya mostrado reticencias en público y haya sido respaldado por el cardenal Carlos Amigo, no menos interesante resultará la elección del vicepresidente. Es ahí donde podría saltar alguna que otra sorpresa, más allá de aquellos que figuran como alternativa a Blázquez: el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro; el arzobispo castrense, Juan Del Río y el arzobispo de Santiago, Julián Barrio –hay quien no descarta que viaje a Madrid dentro de unos meses siguiendo la estela de Suquía y Rouco Varela–. Otros nombres que podrían entrar en juego para este cargo son el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez; el titular de Sevilla, Juan José Asenjo; y el obispo de Logroño, Juan José Omella.